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Requetés, Montserrat y nacionalcatolicismo

La estatua fue bendecida por el abad de Montserrat, dom Gabriel Mª Brasó, que creía que había que honrar a los caídos por la fe. El abad Gasch más bien parece querer borrar la memoria de esos católicos que creyeron morir luchando por su Fe. Así le va a la Iglesia en Cataluña

La mezcla de la Iglesia Católica y el nacionalismo político ha ido creando una falta de vocaciones y una escasez de fieles en los actos de culto en las diócesis donde se da este problema. Esencialmente en Cataluña y el País Vasco. Este mes hemos vivido un nuevo ejemplo de la politización de cierto sector de la Iglesia catalana, movilizado en favor de un nacionalcatolicismo. En concreto se ha dado en la Abadía de Montserrat, lo que no puede sorprender a nadie.

El pasado 10 de enero la Abadía retiró la escultura de un requeté agonizante que señalaba el lugar donde reposan los restos mortales de 319 miembros del Tercio de Requetés de Nuestra Señora de Montserrat que murieron defendiendo la Fe católica. Lo de dar la vida por la Fe ya no parece algo meritorio a ojos del actual abad de Montserrat, dom Manel Gasch i Hurios.

El viernes 7 de enero, tres días antes de que se retirara la estatua, la Abadía comunicó a la Hermandad del Tercio de Requetés, que fue en su día la promotora del monumento y de la cripta y a la que corresponde la custodia de ambos, que habían decidido retirar la estatua para protegerla de posibles actos vandálicos como los que el monumento había sufrido ya en el último año. Los miembros de la Hermandad pidieron a la Abadía que se protegiese el monumento en su emplazamiento, si es que estaba amenazado, y solicitaron en todo caso una entrevista con un representante de la Abadía antes de que retirara la escultura.

El lunes 10 de enero, en lugar de convocarles a esa entrevista, el padre mayordomo de la abadía les informó de que iban a proceder «en breve» al traslado de la escultura al interior de la cripta. «En breve» en realidad era de inmediato y ese mismo día se trasladó el monumento, sin permiso de sus propietarios, y se introdujo en la cripta violando el convenio en vigor entre la Abadía y la Hermandad. El anterior abad, dom Josep Maria Soler i Canals, tenía claro el valor de los documentos firmados y creía que se debía respetar el acuerdo, como sucedió durante los veintiún años en que fue abad. La llegada de Gasch el año pasado ha precipitado el dar la espalda a estos 319 católicos que murieron cantando el Virolai. El problema es que aquellos catalanes lo cantaban en honor de la Virgen de Montserrat y para los que hoy en día gobiernan Cataluña, el Virolai de verdad tiene valor como himno nacionalista.

Se intenta decir que la retirada también fue en cumplimiento de una decisión del Parlamento catalán y de Memorial Democràtic, una institución de la Generalidad de Cataluña dedicada a reescribir la historia. Pero lo que verdaderamente convendría saber es que el monumento se erigió para recordar la actitud espiritual con la que murieron los combatientes del Tercio de Monserrat, «con el corazón puesto en Dios y la mirada fija en su Madre celestial, la 'Moreneta'» como reivindican los requetés. Por eso la escultura fue erigida en 1965 tras un acuerdo entre la Abadía y la Hermandad. La estatua fue bendecida por el abad de Montserrat, dom Gabriel Mª Brasó, que creía que había que honrar a los caídos por la Fe. El abad Gasch más bien parece querer borrar la memoria de esos católicos que creyeron morir luchando por su Fe. Así le va a la Iglesia en Cataluña.