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Hay más tontos (y malas personas) que botellines

Hay que ser muy mala persona para proclamarte «rey de España» como heredero de una dinastía que luchó por los derechos de los pueblos de España bajo una Corona que los unía, y ahora defender a los que quieren acabar con la España de la que te proclamas «rey» y sólo te reconocen como tal en tu casa

Decíamos ayer (Requetés, Montserrat y nacionalcatolicismo) que la deriva independentista de Cataluña ha llevado a la retirada de la estatua del requeté que señalaba a la cripta donde estaban enterrados 319 requetés que dieron la vida por la Fe. El abad de Montserrat ha preferido alinearse con los partidos políticos herederos de los que en 1936 asesinaron a todos los monjes de Montserrat antes que con los carlistas que dieron su vida por lo que esos hombres de Dios representaban.

En medio de todo esto, ha aparecido una nueva lumbrera de la Cristiandad, el Duque de Parma y Príncipe de Holanda, Carlos Javier de Borbón-Parma y Orange-Nassau, que se titula rey legítimo de las Españas. Con un par. Y este personaje, hijo del célebre Carlos Hugo, que pasó de ser un aliado de Francisco Franco a llevar a un sector del carlismo al socialismo autogestionario, ha irrumpido ahora en Cataluña. Desde allí, una pandilla de independentistas lo proclama su rey  porque el pasado mes de noviembre dice haber jurado «los fueros y derechos históricos de los catalanes» en el Monasterio de Poblet, donde están enterrados los Condes de Barcelona -menos Don Juan. Afortunadamente, nuestro Rey del exilio tiene reservado su lugar en el Panteón de Reyes de El Escorial.

Esta familia Ducal de Parma tiene mucha afición a declararse Rey de España o de parte de España en instituciones religiosas sitas en Cataluña. Su abuelo, Javier de Borbón-Parma, se proclamó rey de España el 31 de mayo de 1952, durante el Congreso Eucarístico celebrado en Barcelona y en el simpar escenario -para esa ceremonia- del salón de actos de los padres Carmelitas en la Diagonal de Barcelona.

Carlos Javier de Borbón-Parma

El carlismo tiene, entre otros muchos, un problema del que no les gusta nada que se hable. Durante los siglos XIX y XX proclamaron la «legitimidad de ejercicio» para descalificar a la rama alfonsina cuando recayeron los derechos sobre ella. El último representante de la rama carlista por vía de sangre, Alfonso Carlos, tenía unas ideas tan fuera de su tiempo que a nadie pudo sorprender que se lo llevara por delante en Viena un camión el 29 de septiembre de 1936. A su muerte, sus derechos recaían en la línea liberal de Alfonso XIII. Pero prefirió designar a un sobrino de su mujer, el mencionado Javier de Borbón-Parma por una cuestión de «legitimidad de ejercicio». Es decir, que pensaba como él. Tradicionalismo tridentino.

Ahora resulta que el nieto de ese rey Javier, Carlos-Javier, se proclama en realidad Carles-Xavier rey de los catalanes. Verdaderamente, hay más tontos que botellines. Según se publica en El Confidencial Carlos-Javier ha ingresado en la «Germandat de Poblet», institución de la que no hay ni una línea en la versión de la hípernacionalista Wikipedia en catalán, pero que al parecer ha sido una de las entidades más radicales contra el encarcelamiento de los dirigentes independentistas. Con esas bases, es normal que un puñado de alocados independentistas hayan pensado que viste mejor tener un rey que es mitad francés, mitad holandés y con derechos soberanos en Italia -Parma- que un Puigdemont como presidente.

Con un personaje así al frente de la línea primogénita, a nadie puede sorprender que los pocos carlistas que quedan en España estén divididos entre este Príncipe disparatado y el hermano menor de su padre, el Príncipe Sixto de Borbón-Parma que, reivindicando según es habitual en el carlismo la «legitimidad de ejercicio», también se proclama rey legítimo de las Españas y usa el título de duque de Aranjuez.

En todo caso, baste decir que hay que ser muy mala persona para proclamarte rey de España como heredero de una dinastía que luchó por los derechos de los pueblos de España bajo una Corona que los unía, y ahora defender a los que quieren acabar con la España de la que te proclamas rey y sólo te reconocen como tal en tu casa a la hora de comer. No sé qué prima en Carlos-Javier de Borbón-Parma, si ser tonto o si ser mala persona.