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HorizonteRamón Pérez-Maura

'Napoleonchu', nervioso

Sostres afirma que su gestión está siendo un gran éxito. Que san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, le conserve intacta su visión de la noticia

Actualizada 04:51

Cuentan desde el Palacio de Santa Cruz, sede oficial del Ministerio de Asuntos Exteriores, que el titular de esa cartera, universalmente conocido como Napoleonchu, aunque en su DNI aparece como José Manuel Albares Bueno, está francamente histérico por la gravedad de la filtración de las cartas del presidente Biden y el secretario general de la OTAN a El País. Cómo será de grave la cosa que desde el propio periódico se procuraba, el pasado miércoles, negar a El Debate que el origen de la información fuera gubernamental. Va a resultar que de todos los medios de comunicación de Europa, la Casa Blanca o la OTAN escogieron El País. Y yo me chupo el dedo.

El disgusto de Napoleonchu tiene que ver con dos cosas: la primera, parece ser que se enteró de la filtración cuando leyó el ejemplar de El País, su periódico de cabecera, el miércoles por la mañana. Cuando se filtra algo así es razonable contárselo primero al titular de la cartera más afectada por la información. Y la segunda, porque ahora se puede encontrar Napoleonchu con que relevantes miembros de la OTAN denuncien la puñalada que ha dado España a la Alianza Atlántica en su negociación con Putin y la tan ansiada cumbre de la OTAN en Madrid en junio salte por los aires y se lleve a otra sede. Eso es difícil que ocurra, pero es raro que un país miembro de la Alianza haga una filtración de un documento reservado que haga tanto daño a los aliados. España se ha apuntado ese tanto.

El pobre Napoleonchu está tan solo y desamparado que ya sólo le quedan singulares elogios a su actuación, como el de Salvador Sostres, que proclama en COPE la gran gestión que está realizando el ministro más odiado y temido por sus compañeros de carrera. Porque nunca habíamos visto un rechazo tan unánime a un titular de Exteriores que pertenezca a la propia carrera diplomática. Pero Sostres afirma que su gestión está siendo un gran éxito. Que san Francisco de Sales, patrón de los periodistas, le conserve intacta su visión de la noticia.

El rey Felipe VI durante la reunión con la nueva embajadora de los Estados Unidos de América, Julissa Reynoso

El Rey Felipe VI, durante la reunión con la nueva embajadora de los Estados Unidos de América, Julissa ReynosoEFE/JUAN CARLOS HIDALGO

La gestión de Napoleonchu y sus asesores de protocolo llega a tales términos de ridículo que el pasado martes pudimos ver cómo en la presentación de cartas credenciales al Rey, o más en concreto en la posterior conversación con cada uno de los nuevos embajadores en la Saleta del Nuncio, plantada entre el Monarca y el recién acreditado hay una caja de kleenex. Como esas con las que los árabes llenan todas las estancias, desde los palacios hasta las tiendas de las tribus o los taxis. En esta Monarquía plurisecular ya no podemos ofrecer a media docena de embajadores extranjeros unas servilletas o pañuelos de hilo, quizá incluso bordados con el escudo real, por si necesitan usarlos. Ahora hay que poner pañuelos de papel como si fuéramos los Emiratos Árabes Unidos –para ciertas cosas, bien que les parecen un ejemplo–.

Más allá del protocolo, para el que Napoleonchu tiene contratada asesoría externa con el éxito que estamos viendo, lo cierto es que la filtración desde el Gobierno de las cartas de Biden y el secretario general de la OTAN a Putin ha creado a España un grave problema que no saben cómo aminorar. Y Napoleonchu está muy nervioso. Por una vez le doy la razón. Tiene motivos para estarlo.

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