El bando acosador
Guardar silencio nos convierte en cómplices. No actuar será un pecado de lesa humanidad
El país o la sociedad en la que se llama bando acosador a un grupo de personas que rezan mientras se legitima la violencia física de los piquetes sindicales en medio de las huelgas resulta inquietante. Cuando ocurre una desproporción moral de semejante tamaño algo muy perverso está ocurriendo en las entrañas de la sociedad. Creo que estamos obligados a denunciar lo que está sucediendo en España. Guardar silencio nos convierte en cómplices. No actuar será un pecado de lesa humanidad. Los «provida» solo quieren ayudar, dar una oportunidad, evitar, en todo caso, un genocidio que algún día abochornará a nuestros descendientes. No podemos estar sentados en el patio de butacas, como meros espectadores, ajenos a lo que está aconteciendo. Esta España de la que también somos responsables quiere condenar a quien su buena voluntad orienta a favor de ayudar y jalea la violencia física de los sindicalistas convertidos en matones. Hay quien solo existe, pero no vive. Estamos mandatados desde el origen a cumplir uno de nuestros principales anhelos. Dejar huella para cuando ya no estemos y, sin embargo, el mundo siga dando vueltas. Acuérdese de esto: trate de buscar el porqué de su vida y no deje que los demás le impongan su pensamiento. La dictadura de lo políticamente correcto está arruinando nuestra capacidad de iniciativa, de protesta, de rebelarnos contra quienes nos quieren imponer una inmoralidad como llamarle acosador a quien te quiere dar una oportunidad.