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La decadencia de los populistas

«Gran Bretaña es una isla orgullosa. Durante siglos estuvimos solos. Ahora volvemos a estarlo. Otros países, como Croacia y España, necesitan ser parte de Europa, porque ellos, claramente, son cobardes»

El derrumbe de la «Casa Boris» en el Reino Unido es un proceso verdaderamente inverosímil. Nunca habíamos visto algo así. En las elecciones de diciembre de 2019 el Partido Conservador consiguió una mayoría absoluta abrumadora de 360 escaños frente a 199 laboristas, 45 de los nacionalistas escoceses y unos cuantos restos diseminados por todo el Reino. Johnson llegó al poder como el gran ejecutor del Brexit. El que había liderado el proyecto y después no había sido dado el poder para ponerlo en práctica. Quería cercenar todo vínculo y culpaba a la Unión Europea de todos los males del Reino Unido.

El 24 de noviembre de 2018 me encontraba paseando por Bath con mis hijas cuando en el mostrador de una librería vi un libro de la editorial Ladybird titulado La historia del Brexit. Ladybird ha sido históricamente una editorial para formar a los niños. Yo tuve la suerte de disfrutar de esos libros y tener una gran colección que me traían mis padres de Inglaterra. Los dos primeros párrafos de este libro rezan como sigue: «Gran Bretaña es una isla orgullosa. Durante siglos estuvimos solos. Ahora volvemos a estarlo. Otros países, como Croacia y España, necesitan ser parte de Europa, porque ellos, claramente, son cobardes». Hay quien dice que el libro pretende ser irónico, pero a mí me falta capacidad para entender ese tipo de ironía.

Este espíritu fue el que impulsó a Johnson a tomar el poder y ganar arrolladoramente las elecciones de un año después. El ejemplo de un populismo rayano en el racismo. Y me duele mucho decirlo porque tengo muchos y buenos amigos británicos que se sintieron identificados con el Brexit y confesaré que ellos me hicieron ver antes del referéndum del 23 de junio de 2016 cuál iba a ser el resultado y anticiparlo en mis crónicas radiofónicas.

Jacob Rees-MoggAFP

De todo aquello apenas quedan las ruinas. El Reino Unido está hoy mucho peor de lo que estaba dentro de la Unión y Boris Johnson ha demostrado que es muy eficaz a la hora de derribar, pero muy poco efectivo para hacer políticas alternativas y constructivas.

No estoy seguro de que algunas de las cosas de las que se le acusa tengan verdadera gravedad. Las supuestas «fiestas» del «jardín» de Downing Street pueden resultar aparatosas, pero en realidad era esparcimiento al aire libre, tomando una copa de vino o una cerveza. Tampoco era una juerga. El riesgo de contagio era muy bajo. Aunque es verdad que estaban prohibidas para otras personas. Pero no es menos cierto que esas personas no disponían de un jardín privado como el de Downing Street. Al final el pecado está en creerse que se está por encima del común de los mortales.

El peligro del populismo acecha a toda la Unión Europea. Desde Polonia hasta Portugal; desde el Reino Unido hasta Italia y más allá. Pocos populistas han tenido una victoria tan apabullante como la que logró Boris Johnson hace poco más de dos años. Hoy se está ahogando en su propio fango. Es el resultado lógico de un populismo extremo que sorprendentemente triunfó en la democracia más consolidada –en términos históricos– del mundo. Johnson sobrevive porque su partido parlamentario, por más que cada día sume nuevos críticos, no va a ver deserciones relevantes hacia los laboristas. Cada vez son más los que quieren otro conservador al frente. Llegará más pronto que tarde. Lo que no sabemos es cómo lograrán sacar al Reino Unido del inmenso agujero en que le han metido.

P.S. Johnson anunció ayer por la tarde una pequeña remodelación de su Gabinete. El cambio más relevante es el de mi admirado Jacob Rees-Mogg, hasta ahora líder de los Comunes –no confundir con Speaker–. Se hizo famoso a este lado del Canal de la Mancha cuando lo fotografiaron tumbado en el banco del Gobierno. Ha sido nombrado «ministro para las Oportunidades [que da] el Brexit y la Eficacia Gubernamental». No va a tener tiempo para volver a tumbarse a descansar...