«Napoleonchu» se pone las botas de Macron
Desde Kiev, nuestro ministro de Exteriores, José Manuel Albares, no por casualidad un afrancesado, ha decidido asumir el liderazgo que Macron ha sido incapaz de demostrar y anunciar para tranquilidad de todos que no va a haber guerra
El presidente Emmanuel Macron ha estado en Moscú intentando negociar con el presidente Vladímir Putin. La cosa apuntaba mal desde el minuto uno. Se reunieron ambos mandatarios acompañados sólo de un traductor cada uno. Y para eso Putin empleó una mesa que debía de tener unos seis metros de largo sentándose ambos en las cabeceras. La distancia máxima de seguridad para no contagiarse la covid se multiplicó al menos por cuatro. Y la gelidez, por cien.
Después de la reunión, Macron llegó a afirmar que Putin se había comprometido a no emprender «nuevas iniciativas militares» en la frontera ucraniana. Ahí salió rápido el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, para aclarar que no hay ningún acuerdo y que ellos sólo aceptan como interlocutor a Estados Unidos. Una vez más, Europa humillada y Macron, ni digamos.
En esas estábamos cuando desde Kiev, nuestro ministro de Exteriores, José Manuel Albares, más conocido en su Ministerio como Napoleonchu, y no por casualidad un afrancesado, ha decidido asumir el liderazgo que Macron ha sido incapaz de demostrar y anunciar, para tranquilidad de todos, que no va a haber guerra. «Nadie en este lado de Europa se está preparando para una guerra. Y, por tanto, no tenemos que dar la impresión de que es un escenario inevitable porque no lo es. Y hoy en día se está privilegiando la vía diplomática». La cita conviene ser desmenuzada y analizada.
No está claro a qué «lado de Europa» se refería Napoleonchu. Si era Europa del Este, que Santa Lucía le conserve la vista: ¿para qué se cree que ha enviado el Kremlin 100.000 hombres a la frontera con Ucrania y a Bielorrusia? Eso no son unos simples ejercicios, como dicen. Si se refería a Europa Occidental, peor todavía, porque está confirmando a Putin la que es su apuesta más evidente: nadie va a plantar cara militarmente a su invasión. Le pondrán unas sanciones económicas, como cuando ocupó Crimea y eso no sirve para nada.
Una vez que Napoleonchu anuncia que la guerra es evitable y que se está privilegiando la vía diplomática podemos volver al punto uno: el desprecio del presidente Putin al presidente Macron. Así valora el ruso la vía diplomática: él no quiere saber nada de Europa. Y esta vía diplomática está tan en auge que el propio Biden ha advertido a los ciudadanos norteamericanos residentes en Ucrania que «sería inteligente» que abandonen el país. Da la sensación de que Napoleonchu no está alineado ni con Biden, ni con Macron. Ni falta que le hace. Él es un líder global.
Líder global, pero con escasas entendederas en algún caso. Porque cuando el miércoles salió el presidente de México a decir que propone «una pausa» en las relaciones bilaterales con España, lo único que se le ocurrió decir a Napoleonchu fue que «habría que preguntarle a López Obrador qué quiso decir». Pues es bastante evidente, ministro: cada vez que tiene un problema, hay que buscar la fórmula para echarle la culpa a España. Y si el ministro no entiende eso, estamos aviados.
Para terminar de arreglar la semana a Napoleonchu, la prestigiosa revista The Economist ha rebajado de categoría a la democracia española, que ha pasado del nivel full democracy –democracia plena– a flawed democracy –democracia defectuosa–. Hay que reconocer que en esto poca culpa tiene el Ministerio de Exteriores. Pero a ver si es capaz de gestionar con diplomacia el retorno de España a una categoría que la democracia española no perdió ni cuando el Gobierno de Mariano Rajoy impuso el 155.