¿Cambio o más sanchismo?
Las elecciones de este domingo serán un buen indicio de si estamos abocados o no a una segunda legislatura bajo PSOE y Podemos
En España pervive una norma electoral más arcaica que un casete de El Fari, que en plena era digital prohíbe publicar encuestas en la semana previa a los comicios. Pero por supuesto continúan realizándose, sufragadas sobre todo por los partidos políticos, que aguardan en vilo la libre sentencia de las urnas. Dado que vivimos en un país poroso, donde ni los jueces saben guardan un secreto de sumario, los titulares de esos sondeos circulan por los mentideros políticos y mediáticos, amplificados ahora por un flujo incesante de «guasaps».
En las últimas horas, los círculos del PSOE han propalado la idea de que el PP puede patinar en Castilla y León, hasta el extremo de que la derecha no sumaría. Supondría una columpiada épica del casadismo, que adelantó las elecciones en busca de un chute de vitaminas que enterrase el lío con Ayuso. Por su parte, los círculos del PP aseguran que la sangre no llegará al río, que la suma con Vox superará sin problemas la mayoría absoluta de 41 escaños. Incluso algunas fuentes populares se vienen arriba y esgrimen que en las últimas horas de campaña Mañueco supera en intención de voto a la suma de PSOE y Podemos. Por su parte, los institutos demoscópicos más templados prevén una victoria del PP, aunque sin grandes alharacas, y un fortalecimiento de Vox, por lo que habrán de entenderse para cerrar el paso a la izquierda.
Estas elecciones ofrecen una interesante lectura nacional. Permitirán testar si el éxito de Ayuso fue un hecho aislado, vinculado a su figura y a las peculiaridades de Madrid; o si ha calado un hartazgo de Sánchez y su coalición con el comunismo populista (y populachero) y por tanto el PP presenta hechuras de poder volver a La Moncloa con la muleta de Vox.
Una victoria de Mañueco tendría mérito, porque la campaña del PP en estos comicios no se va a estudiar en los manuales como ejemplo de buena estrategia electoral. El candidato, seamos francos, puede ser un buen gestor, pero tiene el gancho de un plato de brócoli hervido. El énfasis campestre, el festival de fotos con vacas, tractores y lechones, rozó la caricatura y descuidaron hasta el final las ciudades. La torpeza de ese diputado gañancete del Congreso, que cobra 70.000 euros y no sabe ni votar correctamente en una ley estelar, tampoco les ha ayudado a proyectar una imagen de partido solvente. Por último, y para mi lo más importante, ¿cuál es el mensaje que ha querido transmitir el PP en esta campaña más allá de decir que Sánchez es un horror? No ha quedado una idea-fuerza que pueda concretarse en una frase. Si con tras ese festival el PP gana este domingo con holgura, ciertamente es una marca indestructible. Y todavía parece que podría hacerlo.
En el caso de que Guisos Tezanos acertase y al final se impusiese el PSOE, como en los anteriores comicios castellanos, entonces la política española se tornaría muy amena, pues este mismo lunes los barones con aspiraciones –léase Ayuso y Feijoo– comenzarían a reflexionar, léase sondear, sobre cómo moverle la silla a Casado (lo cual reglamentariamente es complicado). Si ocurre lo contrario y gana el PP con autoridad, Casado recibirá un importante refrendo y a Sánchez se le nublará mucho el horizonte para las generales de 2023, pues las derrotas consecutivas en Madrid y Castilla y León, y la previsible en Andalucía, indicarían que el público, que está quemado por la subida del coste de la vida, empieza a pasar factura a Sánchez, quien además se ha ganado ya una imagen indeleble de embustero, lo cual tampoco le ayuda.
El test de este domingo nos va a indicar si España está girando a la derecha. O por el contrario, si se trata de un país de querencia masoquista, que bien adoctrinado por las televisiones del sistema está encantado con la ingeniería social «trans-rencorosa-anticlerical», los pasteleos con ETA y Junqueras, las previsiones económicas de ciencia-ficción, el peronismo con los fondos europeos y la mentira como una de las artes de gobierno. Ya saben: en la vida hay gente para todo. Así que no cabe descartar nada.