Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia
Dos personajes ficticios rumian sus pensamientos en soledad en medio del efervescente fin de semana madrileño
Se acaba de celebrar el centenario del aclamado Ulises de James Joyce. Está considerado como un cénit de la creación literaria (aunque a algunos de paladar tosco nos resultó un truño bastante difícil de masticar). Uno de los hallazgos más celebrados de la novela de Joyce es su uso del monólogo interior, la trascripción a chorro de las meditaciones de un personaje. Como pasatiempo de fin de semana, me he puesto a probar:
PERSONAJE A: La tía se volvió loca, perdió el norte y se vio en la Moncloa por haber ganado unas elecciones en la que en realidad ni consiguió la mayoría absoluta. Empezó a posicionarse cuando no tocaba, con su barbas moviendo los hilos e intrigando todo el día, y yo no podía permitir que desafiase mi autoridad. Podíamos haber arreglado la coña del congreso de Madrid entre nosotros, tranquilamente. Pero no. Ella tenía que salir a dar la nota, a quejarse en los medios, a pavonearse de súper lideresa. Y luego empezaron a circular los rumores de lo del hermano. ¿Y qué voy a hacer yo? ¿Mirar para otro lado? ¿Acabar comiéndome un marrón de corrupción ajena, como les pasó a mis predecesores en este asiento? Tenía que preguntarle por el tema, ¡qué menos! Y la verdad es que nunca me acabó de dar una explicación documentada y convincente. Creo que llevaban tiempo en una operación contra mí, esperando a ver si la fruta caía de madura aprovechando algún revés. Cuando ganamos en Valladolid se les arruinó el plan, así que, ¡venga!, activaron la bomba H, filtrar lo del detective. Probaron a reventar la casa a ver si a río revuelto la doña se coronaba. Es una pena. Éramos amigos. Ella formó parte de mi campaña de las primarias. Yo la promocioné. Pero lo que me ha hecho no se lo paso. Esto no tiene vuelta de hoja. Me juego mi autoridad. Y la voy a mantener. Ninguna revuelta contra el liderazgo del partido ha triunfado jamás, y ahora tampoco va a ocurrir.
PERSONAJE B: ¿Nos vamos a quedar parados y chuparnos cuatro años más de Sánchez, separatistas y etarras? Él no funciona. Eso es así, me lo dice la gente todos los días por la calle. Yo he ganado en las urnas. He demostrado lo que valgo ¿Y él? Dos elecciones como cabeza de cartel y una goleada en propia puerta y una segunda derrota. Yo lo salvé con mi resultado espectacular, que le devolvió el ánimo al partido cuando estábamos con una depre de aúpa. ¿Y cómo me pagan él y el murciano? Pues montándome una acusación sin pruebas para cortarme la proyección. Se han pasado cuatro pueblos. Han atacado a lo más importante de una persona, su familia. ¡Han intentado espiar hasta al peluquero! Pero no me voy a echar atrás, qué va. La gente está conmigo, no con él. Ese expediente no puede salir adelante, no hay pruebas. Su única salida es que un fiscal de la cuerda de la izquierda le dé bola a las denuncias. Pero aun así… ¿cómo se prueba ese trato de favor del que hablan si todo está en regla y si mi hermano lleva 26 años trabajando en eso? Esto no ha acabado, para nada. La cosa puede dar todavía muchas vueltas. Que se vayan preparando, el primero el lanzador de aceitunas, porque yo tampoco voy a parar. Puedo acabar en la calle, pero no voy a parar.
(Advertencia: Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia).