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Mentirosa querellante

En medio de la tormenta no podemos dejar de lado lo fundamental. Que Irene ha perdido el juicio por mentirosa, y que Pablo no sabe el número de hijos que tiene

Con la tormenta en pleno fragor, dejamos a un lado los problemas importantes. Y uno de ellos, compete directamente a doña Irene Montero y don Pablo Iglesias. Doña Irene se había querellado con OK Diario y el periodista Alejandro Entrambasaguas por acoso a sus hijos. Los hijos de doña Irene son tres, pero don Pablo Iglesias, que le acompañó a la vista judicial, se olvidó de la niña, la más pequeña, y manifestó que «estaba ahí como padre de sus dos hijos». Son las consecuencias de su agobiante trabajo de opinante en la cuadra de Roures. Que uno termina tan zumbado que se olvida del número de hijos que tiene. Chuchi Fragoso del Toro, que ganaba junto a su mujer todos los años el Premio de Natalidad, tuvo con su estupenda esposa veintitrés hijos, y jamás olvidó a ninguno de ellos. Tener tres y olvidar a uno se me antoja rechazable y merecedor de una sanción verbal.

La querella tenía como argumento fundamental la existencia de 70 llamadas telefónicas de Alejandro Entrambasaguas a la famosa niñera, con el objeto de preguntarle si ella o su jefa doña Irene conocían la ilegalidad de la guardería en la que depositaban a los niños, al menos a dos de ellos. Se trata de una pregunta lógica en un periodista, si bien el número de llamadas denunciado por doña Irene sí puede considerarse como actitud acosadora. Sucede que, en el juicio, la propia niñera declaró que las llamadas fueron tres, y muy espaciadas en el tiempo. Es decir, que doña Irene, la querellante, la madre ejemplar, mintió como una bellaquilla, inventándose sesenta y siete llamadas que jamás se produjeron. Y claro, el juez decidió que esa querella carecía de fundamento, absolviendo al medio y al periodista, a pesar de la insistencia de la Fiscalía, que pedía un año de cárcel para el periodista telefónico. Doña Irene quedó como una mentirosa de tomo y lomo, y mucho intuyo que su decisión de recurrir se va a quedar en agua de borrajas. Mentir en un juicio después de prometer –ella promete, y no jura–, decir la verdad, toda la verdad y nada más que la verdad después de meter de matute 67 llamadas que no se efectuaron, está muy mal, y según tengo entendido, tipificado como delito en el Código Penal.

Pero lo mejor de la mentirosa querellante es el dominio que ha adquirido, desde que es ministra de cositas sexuales, del «nos mayestático». El plural de los Reyes. Contrariada por la sentencia del juez, don David Maman Benchimol – Echenique confundió el apellido del juez con la calle en la que se hallan los Juzgados–, doña Irene manifestó con la gran caracterización trágica que acredita su existencia: «Esta impunidad, cuando incluso la Fiscalía pide un año de cárcel por el acoso a nuestros hijos, hace un enorme daño a nuestra democracia. Recurriremos y defenderemos a nuestra familia, como haría cualquier madre. Y seguimos con paso firme para construir un país mejor. No tengo duda». Yo sí. Tengo una duda.

Al usar del plural –recurriremos, defenderemos–, interpreté que sumaba a su expareja y padre de dos o tres niños en la querella. Pero no. Textualmente escribe «recurriremos y defenderemos a nuestra familia como haría cualquier madre». El «nos mayestático» ya impera en su lenguaje. «Hemos subido muy bien el Tourmalet y al final se nos ha escapado la etapa», decía Miguel Indurain, que también abusaba de la majestuosidad verbal. Lo mejor, el de un representante de Tip y Top: «En Bilbao hemos estado muy graciosos, pero hoy no me habéis hecho gracia». En fin, que en medio de la tormenta no podemos dejar de lado lo fundamental: que Irene ha perdido el juicio por mentirosa y que Pablo no sabe el número de hijos que tiene. Y ahora, uso el plural mayestático a mi antojo.

Nos ha parecido estupendo que pierda.