Los hijos de Putin
Podemos ha encontrado en el pacifismo infantil y la biografía de los zares la excusa para apostar por la URSS y rechazar a Putin a la vez. Es un truco barato para camuflar que, en España, nos gobiernan comunistas
Compareció un muchachito de Podemos, junto a una muchachita, para hablar de la paz en el mundo. De haber sido más agraciados ambos, pudiera haberse confundido la escena con una semifinal por el título de Miss Universo en el que ambas contendientes intentaban demostrar, sin mucho éxito, que además de culo tenían cerebro.
Hay mucha Miss, por cierto, en la política española, que hablan a diario como Mariana Torres, la aspirante a Miss Belleza Latina autora de un inolvidable discurso que ni Irene Montero ni Yolanda Díaz han logrado superar.
Solo Pedro Sánchez se acerca a diario al nivel que ella exhibió cuando el jurado le preguntó a qué pareja elegiría para salvar a la humanidad si llegara un apocalipsis nuclear: «Elegiría a una pareja de chimpancés, por la teoría de que venimos del chimpancé».
Ni los intentos de Miss Panamá teorizando sobre la fisión nuclear mejoraron el discurso de esta prima lejana de Adriana Lastra, aunque se lo dejó todo peleando hasta el final: «Fue un chino japonés quien inventó la confusión nuclear».
Las misses de Podemos, que han pedido la disolución de la OTAN, hicieron su alegato pacifista, inclusivo y con perspectiva de género, antes de lanzarle un misil a Pedro Sánchez quien, como Woody Allen, en las guerras solo sirve de rehén.
Le exigieron que España no mandara armas para ayudar a Ucrania. Y Pedro Sánchez obedeció: a los cinco minutos de la orden, el presidente ya estaba anunciando que cumpliría las instrucciones, para mantenerse en Moncloa y seguir recibiendo masajes con final feliz en TVE.
Podemos ha encontrado en el pacifismo infantil y la biografía de los zares la excusa para apostar por la URSS y rechazar a Putin a la vez, que recuerda al hilarante escorzo de los palestinos en La vida de Brian que, indignados contra Roma, no eran capaces de negar que todo lo bueno que les rodeaba lo habían hecho los romanos. Pero a la inversa.
Stalin y Nicolás II no eran tan distintos. Y Putin es el heredero de la tradición soviética, totalitaria y centralista, que Podemos respeta desde el mismo palco ideológico en el que aplauden Venezuela, Cuba, Nicaragua y China; aunque se desmarquen del nuevo demonio que la encarna.
No se puede estar contra Putin y a favor del populismo, como no se puede estar contra los romanos y a favor del acueducto de Segovia. Lo vería incluso una Miss Universo, salvo que la dueña de la corona, residente en Moncloa, se quiera hacer la tonta y bordarlo, sin demasiado esfuerzo.
Putin será un cabrón, pero sus hijos no le van a la zaga.