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Cita con los «ecologetas»

Los cazadores, los ganaderos y los agricultores somos los que todavía hacemos sostenible, eso que les gusta llamar la «España vaciada»

Convendría que los muchos ecologetas que viven en las grandes ciudades se den una vuelta este domingo por el paseo de la Castellana de Madrid. Allí vamos a estar los verdaderos ecologistas, a los que tanto nos odian los que viven de mantener un falso ecologismo. El domingo estamos citados en Madrid la gente de campo, algo que es un concepto muy amplio. Los urbanitas creen que la gente de campo son los agricultores. Y sí, sin duda lo son. Pero hay otros, como los ganaderos, los cazadores o los regantes, por no decir más. Y ya que son tantos los urbanitas ecologetas que se preocupan desde sus despachos por un medio ambiente que solo pisan por veredas asfaltadas, que el último corzo que han visto fue Bambi en el cine –el daño que ha hecho la película de Disney al medio ambiente es infinito– y que se preocupan tanto por defender al lobo, del que deben creer que es igualito que el de Caperucita Roja, ya que todos esos tópicos son reales, el campo español se manifestará este domingo en Madrid.

Para que no haya lugar a equívocos, confesaré que reúno dos condiciones entre las enumeradas de los hombres de campo: soy agricultor a tiempo parcial y soy cazador. Cosechar trigo en España es casi una heroicidad. El precio del grano apenas ha subido en los últimos treinta años. No hará falta decir cuánto ha subido en ese periodo el combustible, la electricidad y absolutamente todo. El coste de la vida se ha multiplicado. Queda este año la duda de cómo afectará la guerra de Ucrania al grano español. Es una incertidumbre a la hora de escribir estas líneas.

Pero confieso que mi mayor pasión por el campo es la de ser cazador, montero. Cuidar una mancha durante un año, ver las querencias de los animales, sus encames, limpiar de zarzas un soto, poner unos bebederos o comida para los corzos, intentar impedir que los zorros se coman todas las perdices… es la vida del campo. Es cuidar el medio ambiente como no lo cuida ninguno de esos ecologetas que se sientan en un Ministerio a ver cómo acaban con las rehalas de caza. Toda vida termina en la muerte, y para cualquier animal salvaje, la muerte en el campo es natural, mientras que la muerte enjaulada, como la que ha impuesto este Gobierno a las especies que ha prohibido cazar en algunos parques nacionales, es de una crueldad infinita.

Los cazadores, los ganaderos y los agricultores somos los que todavía hacemos sostenible eso que les gusta llamar la España vaciada. En España hay cientos de miles de cazadores federados. Y confieso que yo tengo muchos amigos cazadores y no sé de ni uno de ellos que esté federado. Esos centenares de miles de federados son, en su inmensa mayoría, gente de campo modesta, que disfruta en las batidas en los cotos municipales. Gente que no es de derecha ni de izquierda. Gente de campo, no más. Presentar la caza como una actividad elitista es no tener ni idea de lo que se habla. Es una actividad eminentemente popular.

Pero también es cierto que hay una caza minoritaria que sí puede ser más elitista y, precisamente por ello, mover mucho dinero. En esa España vaciada, cada vez que se da una montería –un arte de caza eminentemente español, por cierto– se da empleo a multitud de personas: rehaleros, postores, muleros, veterinarios, cocineros, camareros y tantos otros. Hasta 180.000 personas se benefician económicamente cada año de la caza. Pero este Gobierno de iletrados y ecologetas da pasos todos los años para acabar con esa misma caza. Y lo harán si no salen ellos antes del Gobierno.

Echen una ojeada a la Castellana el domingo, por favor.