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Cuando tienes un Gobierno infantil

Hace un año eliminaron la pena de cárcel a los piquetes violentos, ahora que los sufren claman al cielo y los tachan de «ultraderecha»

Conforman un grupo flojo y sin experiencia para lidiar con embolados de envergadura. Están obcecados en sus obsesiones doctrinarias (a veces de ramalazo friki). La gran mayoría no ha pisado una empresa y otros no saben lo que es pegar palo al agua fuera de la política. Son el Gobierno socialista, comunista, ecologista, feminista, anticlerical y pro burramia educativa que nos ha tocado. Algunos son perfectos desconocidos para el gran público. Otros apenas tienen agenda de trabajo, como las ministras y súper compis Ione Belarra e Irene Montero, que están ahí solo porque las colocó a dedo Iglesias Turrión (feminismo en estado puro).

La portavoz del Gobierno resume bien el perfil medio. Se llama Isabel Rodríguez, tiene 40 años, estudió Derecho y no ha trabajado un minuto de su vida fuera de la burbuja de la política. Se afilió a las Juventudes Socialistas, y a vivir... Con 23 años se convirtió en la senadora más joven de España. Luego fue portavoz del Gobierno socialista de Castilla-La Mancha de 2008 a 2011. De allí pasó el Congreso y por fin llegó el hito de su carrera: alcaldesa durante dos años y pico de Puertollano, que con todos los respetos tampoco es exactamente Nueva York (tiene 48.000 habitantes).

Pues bien, pese a tan magro currículo Sánchez la ha promovido a portavoz del Gobierno de España. ¿Está tan necesitado el PSOE? ¿De verdad no podían encontrar a alguien más cualificado? Pero el problema de este tipo de decisiones es que cuando te rodeas de chiquillos resulta que hacen y dicen chiquilladas. Veamos:

Está en curso una huelga del transporte, promovida mayormente por autónomos asfixiados por la subida del gasóleo (¡un 42 % más caro que hace un año!). La protesta no ha contado con el apoyo de los dos grandes sindicatos clásicos españoles, perfectamente untados por el Gobierno con una llamativa subida de sus subvenciones, aprobada el pasado día 8. Pues bien, esta huelga del transporte ha irritado sobre manera al Gobierno socialista y «progresista», que antaño animaba y jaleaba todo tipo de paros –y algaradas– contra la derecha. Y es aquí donde entra en acción la locuaz y sonriente Isabel Rodríguez, que ha dejado este sensacional apunte: «Estamos viendo una reacción [de los transportistas] que parece orientada por posicionamientos de la ultraderecha».

¡Ole!: los transportistas que se quejan porque la subida del combustible los está arruinando –mientras Sánchez toca la lira y graba un reality show tipo Georgina en la Moncloa– resulta que son una recua de admiradores de Mussolini. El Gobierno de la gente, el de la empalagosa propaganda del «saldremos» más fuertes, se dedica a abofetear dialécticamente a un sector en apuros que es vital para el funcionamiento del país.

Pero hay más. El Gobierno que ahora critica con grandes aspavientos las coacciones de los huelguistas es el mismo que hace exactamente un año se cepilló con alborozo el artículo 315.4 del Código Penal, que preveía penas de cárcel para los piquetes violentos. «Hoy es un día histórico para la democracia», proclamó entonces este Gobierno adicto a la épica barata. La proeza histórica salió adelante con el apoyo de Frankenstein al completo: Podemos, ERC, Bildu, Junts, la CUP, los terueles, errejones y compromises… Ahora, hipócritamente, el Gobierno denuncia a los piquetes violentos y en cierto hasta pone en solfa modo un principio tan básico para una democracia como el derecho de huelga.

Políticos situados más allá de su umbral de competencia, colocados en unos puestos que les quedan más grandes que a mí una camiseta de Pau Gasol. Un Gobierno infantil y juvenil. Probablemente, Irene Montero era una competente cajera de Saturn, la tienda de electrodomésticos de San Sebastián de los Reyes donde trabajó durante unos meses (su única experiencia laboral fuera de la política). Pero ponerla donde la han puesto, de ministra de España, es como lanzar a mi tía Matilde a llevar la Apple.