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Reeducar homosexuales

Una reeducación que se practica mediante la tortura, incluyendo descargas eléctricas en sus genitales. Esos cubanos homosexuales debían ser de peor categoría que los homosexuales, transexuales y no sé cuántas variaciones sexuales más que son defendidas con tanto empeño por la izquierda española

Una de las cosas que más me desconcierta de la doble moral de la ultraizquierda española es su actitud frente a la homosexualidad. Se ha publicado en El Debate una buena –si bien breve– entrevista de Richi Franco con el historiador cubano Abel Sierra Madero a raíz de su libro El cuerpo nunca olvida. Trabajo forzado, hombre nuevo y memoria en Cuba (1959-1980). En este libro se hace un repaso a la represión en la isla en ese periodo de tiempo, una época ya retratada con detalles espeluznantes en Contra toda esperanza las memorias de su paso por la cárcel cubana publicadas en 1987 por Armando Valladares. Valladares sería nombrado más tarde por Ronald Reagan embajador de Estados Unidos ante Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

Una de las circunstancias en las que se fija el nuevo libro de Abel Sierra es cómo el comunismo quiere construir un «hombre nuevo» y ponen especial interés en «reeducar» a los homosexuales para que dejen de serlo. Una reeducación que se practica mediante la tortura, incluyendo descargas eléctricas en sus genitales. Esos cubanos homosexuales debían ser de peor categoría que los homosexuales, bisexuales, transexuales y no sé cuántas variaciones sexuales más que son defendidas con tanto empeño por la izquierda española. La represión sexual en Cuba estaba bien y todavía estamos por ver a la ministra de Igual Da, Irene Montero, denunciar lo que allí ocurrió. Debe de ser que medio siglo después, aún no ha tenido tiempo de enterarse.

Pero si hablamos de lo que ocurría hace cuarenta o sesenta años en Cuba, puede sonar algo lejano para las jóvenes generaciones. Esos ejemplos de tortura y represión a los homosexuales los tenemos hoy en día exactamente igual entre los aliados de la hora presente de este Gobierno dentro de la amalgama ideológica que se abarca desde esta coalición socialcomunista. El ejemplo más claro está en la República Islámica del Irán, el gran amigo y financiador de Podemos y de Pablo Iglesias. La represión de la homosexualidad en Irán es pública y notoria. Pero jamás hemos visto a Iglesias salir a denunciarlo. También esos homosexuales deben ser de segunda categoría.

Lo más indignante de esta doble moral es el empeño en presentar en España como «normal» unas prácticas sexuales que se quieren enseñar a nuestros hijos desde la más tierna infancia en las aulas escolares equiparándolas a una sexualidad normal. Y aquí por «normal» quiero decir la que además de afectiva puede ser reproductiva. Pero claro, en cuanto la reproducción es mencionada, hay que salir corriendo porque se trata de que esta cultura cristiana se vaya reduciendo en número hasta ser borrada. Y no sólo de España.