Charlita telefónica
–Cuenta conmigo. Y trae la pasta, Pedro, que tú prometes mucho y siempre mientes.
–La llevo, Volodímir. Un abrazo. Nos vemos en Kiev.
–¿Puedo hablar con el señor presidente Zelenski?
–¿De parte de quién?
–Del presidente del Gobierno de España, Yo, Mi Persona.
–Un momento, señor Yo Mi Persona.
–No, perdón. Sánchez, Pedro Sánchez.
–Le paso al señor presidente, señor Sánchez.
( Breve pausa)
–Al habla Zelenski.
–¡Querido Volodímir Oleksándrovich! Soy Pedro Sánchez.
–¿Pedro o Antonio?
–Pedro, Pedro, lo de Antonio es una broma fascista.
–Dime, Pedro.
–Vamos a ver, Volodímir. Sé que estás algo decepcionado conmigo. He hecho todo lo posible por ayudar a los ucranianos y las ucranianas, a todos y todas, pero ya conoces la gentuza que tengo en mi Gobierno, los comunistas, que son de Putin. Por eso, mi ayuda se ha resumido a lo establecido por la OTAN y la Unión Europea.
–Efectivamente, algo decepcionado estoy.
–Pero ahora todo va a cambiar.
–Me alegro, Pedro. Yo no necesito apoyos obligados. Necesito dinero o armas para detener al asesino de Putin.
–Y yo te ofrezco todo. Y además de armas y dinero, te regalo el borrador de ley del tema transexual y de la igualdad de sexo.
–Con lo primero, las armas y el dinero, me conformo.
–Lo apunto, Volodímir. Eso sí, me encantaría que me recibieras. Quiero visitarte en Ucrania, como han hecho casi todos los demás.
–Si me traes armas y dinero, no tengo inconveniente en recibirte. ¿Vendrías solo?
–¡No, hombre! Iría con alguno de mis ministros, mis asesores y la prensa amiga. Cámaras y corresponsales de las televisiones públicas, y de las privadas al servicio de mi causa, Mediaset y Atresmedia.
–Ven con quienes te salga de las narices. Pero te lo advierto, si te acompaña mucha gente, los rusos pueden detectarnos, y ya sabes cómo se las gastan los rusos.
–Lo que me dices me preocupa. Tengo mujer e hijas. Y además, padres, suegros, hermanos y cuñados. De sucederme algo, los dejaría desamparados.
–Como tú me has dejado al principio.
–Yo no, Volodímir. Los comunistas de mi Gobierno, Yolanda, Irene Montero, la Belarra, Garzón el tonto, no me dejaron mandarte la ayuda que merecías, y que tanto esperaban los ucranianos y las ucranianas.
–Yo te recibo encantado. ¿Te parece en Jarkov?
–Creo que es peligroso.
–¿En Mariúpol?
–Olvídate de Mariúpol.
–¿En Odessa?
–Hay muchos barcos rusos por ahí.
–¿En Kiev?
–Eso, en Kiev, y si es posible, cerca de un refugio subterráneo. Nos hacemos la foto, y a la primera sirena que se oiga, todos al refugio.
–Por eso te recomiendo que te acompañen pocas personas.
–Me acompañan las justas y necesarias para recuperar mi nivel de popularidad, Volodímir, que ahora está por los suelos.
–¿Cuánto dinero me traes para comprar armas?
–De momento, los 200 millones de euros que prometí a los damnificados por el volcán de la isla de La Palma. Estoy tieso, Volodímir.
–¿Y las armas?
–Las que le pueda quitar a las Fuerzas Armadas Españolas. Algún fusil de asalto caerá. Tenlo por seguro.
–Tu generosidad me emociona. Entonces, vamos a dejar claro el plan.
–Vamos.
–Te recibo treinta minutos. Nos hacemos la foto entre ruinas. Me entregas el fusil de asalto y los 200 millones del volcán, y si no hay ataque de los rusos, de vuelta a casa.
–Perfecto, amigo mío. Manda a mi jefe de gabinete la ubicación del aeropuerto más seguro.
–No hay aeropuerto seguro, Pedro. Lo que más gusta a los rusos, además de asesinar a civiles, mujeres y niños, es bombardear los aeropuertos. Tienes la opción de aterrizar en Polonia, alquilar unos autobuses, meter ahí a tus asesores y periodistas, y viajar por carretera hasta Kiev. Le mando a tu jefe de gabinete el plano.
–Gracias, gracias, que la seguridad es la seguridad. ¿Te he dicho que tengo esposa, hijas, padres, suegros, hermanos, cuñados y sobrinos que dependen exclusivamente de mi?
–Lo de los sobrinos es nuevo.
–Pues también sobrinos.
–Qué responsabilidad.
–Tremenda. Y necesito la foto. A este paso pierdo el Gobierno. ¿Tienes a mano casco y uniforme de campaña?
–Me sobran cascos. Es lo que más me mandaste.
–De acuerdo, para la foto, quiero decir.
–Tendrás la foto.
–Pues nada más. Nos vemos en Kiev. Elige una ruina que impresione mucho a los españoles y las españolas, que son bastante tontos y tontas.
–Cuenta conmigo. Y trae la pasta, Pedro, que tú prometes mucho y siempre mientes.
–La llevo, Volodímir. Un abrazo. Nos vemos en Kiev.
–Te espero. Pero treinta minutos. Ni uno más.
–Lo que tardemos en hacernos la foto.
–Vale, Pedro.
–Hasta la vista, Volodímir.
–¿De parte de quién?
–Del presidente del Gobierno de España, Yo, Mi Persona.
–Un momento, señor Yo Mi Persona.
–No, perdón. Sánchez, Pedro Sánchez.
–Le paso al señor presidente, señor Sánchez.
( Breve pausa)
–Al habla Zelenski.
–¡Querido Volodímir Oleksándrovich! Soy Pedro Sánchez.
–¿Pedro o Antonio?
–Pedro, Pedro, lo de Antonio es una broma fascista.
–Dime, Pedro.
–Vamos a ver, Volodímir. Sé que estás algo decepcionado conmigo. He hecho todo lo posible por ayudar a los ucranianos y las ucranianas, a todos y todas, pero ya conoces la gentuza que tengo en mi Gobierno, los comunistas, que son de Putin. Por eso, mi ayuda se ha resumido a lo establecido por la OTAN y la Unión Europea.
–Efectivamente, algo decepcionado estoy.
–Pero ahora todo va a cambiar.
–Me alegro, Pedro. Yo no necesito apoyos obligados. Necesito dinero o armas para detener al asesino de Putin.
–Y yo te ofrezco todo. Y además de armas y dinero, te regalo el borrador de ley del tema transexual y de la igualdad de sexo.
–Con lo primero, las armas y el dinero, me conformo.
–Lo apunto, Volodímir. Eso sí, me encantaría que me recibieras. Quiero visitarte en Ucrania, como han hecho casi todos los demás.
–Si me traes armas y dinero, no tengo inconveniente en recibirte. ¿Vendrías solo?
–¡No, hombre! Iría con alguno de mis ministros, mis asesores y la prensa amiga. Cámaras y corresponsales de las televisiones públicas, y de las privadas al servicio de mi causa, Mediaset y Atresmedia.
–Ven con quienes te salga de las narices. Pero te lo advierto, si te acompaña mucha gente, los rusos pueden detectarnos, y ya sabes cómo se las gastan los rusos.
–Lo que me dices me preocupa. Tengo mujer e hijas. Y además, padres, suegros, hermanos y cuñados. De sucederme algo, los dejaría desamparados.
–Como tú me has dejado al principio.
–Yo no, Volodímir. Los comunistas de mi Gobierno, Yolanda, Irene Montero, la Belarra, Garzón el tonto, no me dejaron mandarte la ayuda que merecías, y que tanto esperaban los ucranianos y las ucranianas.
–Yo te recibo encantado. ¿Te parece en Jarkov?
–Creo que es peligroso.
–¿En Mariúpol?
–Olvídate de Mariúpol.
–¿En Odessa?
–Hay muchos barcos rusos por ahí.
–¿En Kiev?
–Eso, en Kiev, y si es posible, cerca de un refugio subterráneo. Nos hacemos la foto, y a la primera sirena que se oiga, todos al refugio.
–Por eso te recomiendo que te acompañen pocas personas.
–Me acompañan las justas y necesarias para recuperar mi nivel de popularidad, Volodímir, que ahora está por los suelos.
–¿Cuánto dinero me traes para comprar armas?
–De momento, los 200 millones de euros que prometí a los damnificados por el volcán de la isla de La Palma. Estoy tieso, Volodímir.
–¿Y las armas?
–Las que le pueda quitar a las Fuerzas Armadas Españolas. Algún fusil de asalto caerá. Tenlo por seguro.
–Tu generosidad me emociona. Entonces, vamos a dejar claro el plan.
–Vamos.
–Te recibo treinta minutos. Nos hacemos la foto entre ruinas. Me entregas el fusil de asalto y los 200 millones del volcán, y si no hay ataque de los rusos, de vuelta a casa.
–Perfecto, amigo mío. Manda a mi jefe de gabinete la ubicación del aeropuerto más seguro.
–No hay aeropuerto seguro, Pedro. Lo que más gusta a los rusos, además de asesinar a civiles, mujeres y niños, es bombardear los aeropuertos. Tienes la opción de aterrizar en Polonia, alquilar unos autobuses, meter ahí a tus asesores y periodistas, y viajar por carretera hasta Kiev. Le mando a tu jefe de gabinete el plano.
–Gracias, gracias, que la seguridad es la seguridad. ¿Te he dicho que tengo esposa, hijas, padres, suegros, hermanos, cuñados y sobrinos que dependen exclusivamente de mi?
–Lo de los sobrinos es nuevo.
–Pues también sobrinos.
–Qué responsabilidad.
–Tremenda. Y necesito la foto. A este paso pierdo el Gobierno. ¿Tienes a mano casco y uniforme de campaña?
–Me sobran cascos. Es lo que más me mandaste.
–De acuerdo, para la foto, quiero decir.
–Tendrás la foto.
–Pues nada más. Nos vemos en Kiev. Elige una ruina que impresione mucho a los españoles y las españolas, que son bastante tontos y tontas.
–Cuenta conmigo. Y trae la pasta, Pedro, que tú prometes mucho y siempre mientes.
–La llevo, Volodímir. Un abrazo. Nos vemos en Kiev.
–Te espero. Pero treinta minutos. Ni uno más.
–Lo que tardemos en hacernos la foto.
–Vale, Pedro.
–Hasta la vista, Volodímir.