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Yolanda Díaz teme que la espíen

Cuando pierdes tu intimidad, pierdes una de las parcelas más notables de tu vida. Así que, Yolanda, habla con algunos de tus compañeros ministros

La ministra de Trabajo, una de las muchas vicepresidentas de Sánchez –cuando quieras restarle relevancia a un cargo, haz que se multiplique; cuanto más, mejor– ha dicho que teme estar siendo espiada mientras habla por teléfono. Que no lo dude, seguro que sí. En este país, si no te espían los malos, te espían los buenos, pero alguien está escuchando tus conversaciones. Después sacan frases de contexto o utilizan medias verdades para convertirlas en grandes mentiras. La hipertransparencia en la sociedad es negativa. No avanzamos nada con ella. La transparencia es positiva, en todo caso, en el ámbito público, donde, paradójicamente, convierten hasta las evidencias en «secretos de Estado». Pero en el terreno de lo privado, esa pureza traslúcida y luminosa es un exceso que solo vierte toxicidad en el cuerpo social y en las relaciones humanas. Tiene razón Yolanda, la ministra de Trabajo que aspira a militar en el PSOE de Sánchez: en España, la privacidad está arrasada. Hay una evidente regresión de los derechos civiles. Entre todos hemos contribuido a ello, pero muy especialmente las tres pes: políticos, policías y periodistas. Si de verdad existiese sociedad civil en España, que no existe, debería darse esa batalla: «Mi casa es mi castillo», mis conversaciones son mías, mis correos son mi privacidad, mis gustos son mi intimidad y nada que no entre en el terreno de lo ilícito deber ser ni espiado y ni hecho público. Cuando pierdes tu intimidad, pierdes una de las parcelas más notables de tu vida. Así que, Yolanda, tú que te sientas en el Consejo de Ministros, habla con algunos de tus compañeros de mesa, que algo podrán hacer al respecto. Se me ocurren, al menos, cuatro de ellos.