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Cuando el CNI se convierte en felpudo

Cada vez está más claro que el Gobierno está preparando como víctima propiciatoria el sacrificio de la directora del organismo, Paz Esteban López

Los periódicos en abierto tenemos la suerte de una riqueza de comentarios de nuestros lectores que con frecuencia enriquecen mucho. Yo aprendo bastante de lo que nos dicen, aunque en ocasiones el anonimato de los comentaristas que se esconden tras seudónimos sea un poco desesperante. Mi artículo de ayer sobre esta vergüenza nacional que estamos viviendo desde que el ministro Félix Bolaños anunciara el lunes por la mañana que se acababan de enterar de que hacía casi un año desde que le habían robado al presidente del Gobierno 2,73 gigas de información de su teléfono, generó un comentario que me gustó. Un lector, tras el anonimato de hacerse llamar 'Placilotorres' apuntaba algo lleno de sentido común tras mi columna «Bolaños, como Cagancho en Almagro»: «Ahora entendemos mejor por qué los independentistas obligaron a Bolaños a desprenderse de su teléfono para reunirse con ellos. Estos saben más que los ratones coloraos». Efectivamente, parece que nos torean a todos.

Lo que aquí ha quedado claro desde el primer minuto es que el Gobierno ha reducido la función del CNI a un organismo político en lugar de ser un elemento fundamental para defender a España. Remitir el robo de la información del teléfono del presidente a la Audiencia Nacional parece más un paripé que una medida seria. Porque es inverosímil pretender que la Audiencia Nacional tenga mejores medios de investigación sobre el pinchazo que el Centro Criptológico Nacional, órgano del propio CNI. O sea, que es un gesto político, no un intento de aclarar nada.

Y en ese contexto político, Sánchez no quiere una comisión de investigación que desean todos los partidos gracias a los cuales se mantiene en el poder. Lo que a nadie puede sorprender porque una vez que has metido al zorro en el gallinero, ya se sabe cómo acaba aquello. Pero seamos también conscientes del precedente que se está creando con esta crisis. Sánchez ha vendido la inteligencia española a los enemigos de España. Y ahora quiere salvar la ropa incumpliendo el reglamento del Congreso y no facilitando a esa comisión de secretos oficiales la información que debe recibir. No estemos tan contentos con el hecho de que se oculte información a una comisión del Congreso porque estén en ella Bildu y la CUP. Esto puede ser pan para hoy y hambre para mañana.

El Gobierno se ha metido en un callejón sin salida y esto puede empezar a derrumbarse. Sorprende que todavía no hayan salido los defensores de la ruptura de España a gritar diciendo que el Gobierno se ha alejado de sus socios de investidura y ha aceptado el apoyo de los fascistas de VOX y el PP. Claro que, por si acaso, la ministra portavoz del Gobierno se apresuró ayer a insultar al PP, gracias al cual salvó el Gobierno, salvó la situación, diciendo que «mientras otros martilleaban y rompían ordenadores nosotros ponemos todos los datos a disposición de la Justicia». Brillante coz. Imagínense que en medio de esta crisis de Estado por nuestra inteligencia, al PP se le ocurriera empezar a echar en cara al PSOE de Sánchez el atraco que hizo su partido a los españoles con los ERE. Pues esto es lo mismo.

Y en medio de todo esto, cada vez está más claro que el Gobierno está preparando como víctima propiciatoria el sacrificio de la directora del CNI, Paz Esteban López. Los aliados del Gobierno quieren la cabeza de la ministra de Defensa, pero Sánchez no puede permitirse ese descabezamiento a menos de dos meses de la cumbre de la OTAN en Madrid. El pasado 26 de abril yo publiqué en este periódico una «Carta a la directora del CNI» en la que le reclamaba su dimisión, por dignidad. Huelga decir que no la puso en práctica. Quizá ahora se dé cuenta de que hay ocasiones en que la dignidad te exige irte antes de que te empleen como felpudo.