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Los gais de Marlaska

Los del PNV están dispensados y pueden ser racistas, homófobos y xenófobos cuando les salga de la boina

Si el psicópata que ha matado a ocho homosexuales en Bilbao hubiera cometido esos crímenes en Madrid, hoy ardería la Puerta del Sol y su presidenta habría sido quemada políticamente en el altar del cinismo de la izquierda. A estas alturas, ya se habría decretado una alerta antifascista con trompetería y calimocho, Jorge Javier habría culpado a Vox de que no les dejen ser «rojos y maricones», algún ministro habría exhibido la barra de hierro, con su atrezo de tomate, con la que el Madrid facha apalea a los homosexuales y Pedro Sánchez y Marlaska engolarían la voz para convocar, altamente preocupados, la Comisión de Seguimiento del Plan de Lucha contra los Delitos de Odio.

Porque en la España de la farsa de este lamentable Gobierno, se magnifican hasta el delirio determinados episodios y se ignoran hasta la amnesia los que no ayudan al dogma oficial. Como los horrores del criminal en serie de Bilbao no pueden elevarse a categoría de comportamiento xenófobo en el Madrid de Ayuso, sus tropelías quedan relegadas a las páginas de sucesos. No es fácil olvidar cómo presidente y ministro politizaron hasta el ridículo en septiembre pasado un supuesto delito de odio en un barrio de Madrid, que resultó ser una invención de un joven infiel. Donde la policía pedía prudencia, el ministro vio hasta ocho encapuchados (todos, claro, votantes de Ayuso y Abascal). O quién olvida el día del Orgullo en el que gais de izquierdas escupieron y tiraron latas a gais liberales porque o se es de izquierdas o se es una porquería de gay.

Ni una tertulia política (el 99 por ciento son devotas de la agenda que marca Moncloa) ha tenido a bien sacar a pasear a Iñigo Urkullu como responsable político de la violencia homófoba, al estilo de Marlaska con la presidenta madrileña. Y eso que Urkullu es el líder de un partido cuyo fundador es el mayor racista y homófobo que ha nacido en España. Sabino Arana insultaba a los homosexuales y afeminados y llegó a decir que solo los toreros se movían con elegancia, aunque con andares femeninos. Pero los del PNV están dispensados y pueden ser racistas, homófobos y xenófobos cuando les salga de la boina.

Marlaska tiene ahora mucha plancha con las escuchas, sobre las que guarda un inquietante silencio, amén de bendecir la ignominiosa destitución perpetrada ayer de la directora del CNI. Su indignidad no tiene límites. Es comprensible que se le haya olvidado convocar, en el mismo Bilbao, los órganos contra los delitos de odio. Qué decir de un ministro que acerca etarras a docenas, ve fascistas en masa paseando por el Retiro y sin embargo adora al Che Guevara, que fusilaba gais en el desayuno, o a Stalin y Lenin, que les aplicaba la pena de muerte, o a los iraníes que los cuelgan de una grúa. Pero Ayuso es la fascista.