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Agua de timónCarmen Martínez Castro

El sofisticado

El Gobierno se inventará una retorcida argumentación técnica para incumplir la ley que él mismo aprobó. No habrá subida del IPC porque no se puede pagar, aunque esta inapelable realidad se camuflará con excusas muy sofisticadas y creativas

Actualizada 02:31

Ha dicho el ministro de Seguridad Social, José Luis Escrivá, que las rotundas advertencias del Banco de España sobre la necesidad de hacer ajustes automáticos en el sistema de pensiones responden a planteamientos obsoletos y que sus cuentas –las del ministro– son mucho más sofisticadas. Que nadie se inquiete: las pensiones acaso no serán sostenibles pero sí sofisticadas.

Tras ese adjetivo tan inusual para adjudicárselo al elemento básico de nuestro sistema de protección social se esconden muchas cosas; entre otras el altísimo concepto que el ministro tiene de sí mismo, que no se compadece con los magros resultados de su gestión. El Ingreso Mínimo Vital, que debería haber atendido a casi un millón de familias, se ha quedado a la mitad de su objetivo. Dos años después de las alaracas que acompañaron su puesta en práctica, ni siquiera medio millón de familias han logrado percibir el subsidio. El IMV de Escrivá ha resultado ser tan sofisticado que constituye una extenuante yincana administrativa para las personas que lo necesitan. Solo uno de cada cuatro solicitantes ha logrado cobrarlo y el Ministerio se ha visto obligado a contratar a tres consultoras privadas para que le hagan un nuevo diseño de las ayudas.

Pero a pesar de este y otros fracasos, el ministro no se priva en descalificar técnicamente los informes del Banco de España, que pasar por tener uno de los mejores servicios de estudios económicos de este país. Aunque habrá que concederle al Sr. Escrivá que no ha llegado, ni de lejos, a acercarse a la marca de Pedro Sánchez cuando llamó «piolines» a las Fuerzas de Seguridad que defendieron la ley y la democracia en Cataluña. Entre la soberbia de Escrivá y los «piolines» de Sánchez no hay color: el ministro ha demostrado ser mucho más sutil y elegante que el presidente al que sirve.

Pero, para desgracia de Escrivá, las advertencias del Banco de España coinciden con las de otros organismos como la OCDE, la Airef o FEDEA, y también con las dudas que expresa la propia Comisión Europea con creciente intensidad. Todos empezaron a mostrar preocupación por el futuro de nuestro sistema de pensiones desde que el ministro empezó a descomponer lo que había recibido arreglado; donde heredó una solución, él se las ingenió para crear un problema. Y justo cuando vuelve a indexar las pensiones al IPC, a este le da por dispararse hasta niveles que no se recordaban en décadas.

Todos sabemos cómo va a acabar este asunto: el Gobierno se inventará una retorcida argumentación técnica para incumplir la ley que él mismo aprobó. No habrá subida del IPC porque no se puede pagar, aunque esta inapelable realidad se camuflará con excusas muy sofisticadas y creativas. Los pensionistas perderán poder adquisitivo sin que probablemente veamos aquellas manifestaciones de hace unos años contra el Gobierno del Partido Popular. Y algunos recordarán que entonces, aun sin subir el IPC, las pensiones consiguieron mantener su poder de compra. Algo menos sofisticado pero más seguro.

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