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Pecados capitalesMayte Alcaraz

El Rey abdicó, ¿y usted?

Sánchez fantasea con presidir una república que dejaría en mantillas las catastróficas experiencias de las dos anteriores

Pedro Sánchez pide explicaciones al Rey que trajo la democracia en la que él ha vivido y prosperado en libertad y luego ha destrozado, y manda a sus voceros a proclamar la oportunidad perdida por Don Juan Carlos para hincarse de hinojos ante él, ocasión que aprovecharía de inmediato para humillar todavía más a la Corona. Esa Monarquía parlamentaria a cuyo titular ha achicado espacios hasta convertirlo en un alto funcionario para bodas, bautizos y comuniones y, de vez en cuando, representante en la toma de posesión de jefes de Estado latinoamericanos

Sánchez necesita digerir una noción básica: el padre del Rey ya asumió en 2014 todas sus responsabilidades (las judiciales no existen, según la Fiscalía española y suiza) activando un mecanismo infalible: abdicar, renunciar, irse, lo que viene siendo dimitir en términos civiles. Por tanto, si la Justicia le ha investigado por tierra, mar y aire, y bien porque no ha hallado reproche penal, bien porque la inviolabilidad o la prescripción le ha exonerado de responsabilidades punitivas y ha logrado salir limpio, poco cabe decir. Salvo que te llames Pedro Sánchez y mandes a tus secuaces a socavar todavía más el modelo de Estado. Pero no solo por satisfacer el chantaje de tus socios, sino porque compartes con ellos el desprecio a la Constitución de 1978. Ya está bien de explicar la deslealtad de Sánchez escondiendo sus responsabilidades detrás de Rufián y Otegi. El presidente podría haber negado ese pago a sus costaleros parlamentarios, y nada trágico hubiera ocurrido. Pero es que él es el principal ideólogo de ese acoso porque fantasea con presidir una República que dejaría en mantillas las catastróficas experiencias de las dos anteriores.

Ahora que la pareja tragicómica Sánchez y Marlaska exigen explicaciones a Don Juan Carlos, conviene exponerles su vademécum personalizado de preguntas sin respuestas, recóndito tras cuatro años de gobierno.

–¿Por qué Sánchez es el presidente que menos explicaciones ha dado en el Parlamento?

–¿Por qué esconde sus viajes particulares en el Falcon tras la añagaza de que lo hace por razones de seguridad?

–¿Por qué ha aumentado en 1.200 los asesores a dedo y colocado a familiares, amigos del cole y acólitos políticos en instituciones públicas?

–¿Por qué indultó a delincuentes (ellos sí, condenados por el Supremo), contra el criterio del alto tribunal y basándose en recortes de prensa?

–¿Por qué ha entregado las llaves de las cárceles a los nacionalistas vascos para que culminen su gran obra, con Marlaska de ejecutor, de soltar a la calle a los más sanguinarios asesinos de ETA?

–¿Por qué permite que cinco ministros de Podemos, sin oficio ni beneficio, calumnien al anterior jefe del Estado imputándole delitos que no ha cometido?

–¿Por qué ha acabado con el prestigio de la Fiscalía del Estado, del CIS, del CNI, del Congreso de los Diputados y, finalmente, de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado, insultándolas con burlas acuñadas por los separatistas?

–¿Por qué la Comisión europea, el FMI, el Banco de España y todos los organismos internacionales le acusan de ser el Gobierno que peor ha gestionado la crisis económica de todos los grandes del euro?

–¿Por qué todavía hoy oculta la cifra de muertos por la pandemia mientras suspendió derechos fundamentales con un estado de alarma tumbado por el Constitucional?

No desaproveche la oportunidad, señor Sánchez. Dé explicaciones. Usted sí debe darlas.