Cuando fallan los argumentos, la izquierda descalifica
Sánchez se apunta un demérito más a su hoja de antecedentes civiles contra la democracia: llevar al PSOE al campo del odio y de la extrema izquierda
Defender las ideas propias con convicción y serenidad, con firmeza y buenas formas, con constancia y argumentos sólidos, es hoy en día un mandato moral que tenemos todos los españoles a los que nos preocupa el inquietante momento que vive nuestro país. Otros, por comodidad, miran para otro lado. Algunos no se enteran por molicie o ignorancia. A muchos les va bien, o eso creen. No obstante, conviene que se detengan a recapacitar: cada vez que se atacan los espacios de libertad de los otros, venga la agresión de donde venga, le están restando un trocito de esa parcela de libertad que les ha permitido llegar hasta aquí. Planteo esta cuestión porque ayer me encontré por la calle a un ciudadano venezolano. Trabaja de portero en un edificio céntrico de la ciudad. Me reconoció y me expuso una reflexión profunda, dolorida y luminosa acerca de lo que padece su país. Nada nuevo. Lo que me conmovió fue su insistencia en algo que, en ocasiones, desechamos por nuestro talante liberal. Me dijo: «Por favor, no aflojen en la crítica a este Gobierno, por favor, no cedan, sigan, ellos no ceden nunca; lo sé porque he visto el rostro de esa izquierda que odia y que ahora malogra todo lo bueno que había en Hispanoamérica. Por favor, no cejen, ellos no lo hacen nunca». Ayer lo pude comprobar, tras las palabras de este exiliado venezolano, al escuchar a Nadia Calviño respondiendo a una legítima crítica de Vox sobre la situación económica de España con un extraño vínculo que ella encontraba entre el uso de las armas en Estados Unidos y el partido de Abascal. ¿Qué tendrá que ver una cosa con la otra? O la misma forma de despachar de la desahogada Montero, la de Hacienda, que no argumentó nada y se limitó a descalificar a quien le preguntaba desde la bancada del PP. Es el mismo guion que la izquierda y la extrema izquierda han seguido en Argentina, Chile, Bolivia, Venezuela o Nicaragua. Sánchez se apunta un demérito más a su hoja de antecedentes civiles contra la democracia: llevar al PSOE al campo del odio y de la extrema izquierda.