Cuatro años de sanchismo
Las cifras, los hechos y los datos objetivos definen los estragos causados por un presidente al que juzgará la historia con dos palabras: un traidor y un incompetente
Pedro Sánchez acaba de cumplir cuatro años como presidente del Gobierno, un puesto al que llegó con un abordaje pirata y en el que se ha mantenido con una victoria electoral auxiliada por Podemos, ERC y Bildu.
Lo primero es una opinión: la moción de censura es un mecanismo legal, pero la naturaleza, protagonistas, inductores y beneficiarios de aquella (engañó al PSOE, invirtió sus tristes resultados electorales, utilizó a un juez amigo y se alió con quienes él mismo describía como enemigos de España) la convirtió en un pucherazo.
Fue la obra de un candidato achicharrado por las urnas, tras celebrarse elecciones dos veces en seis meses, que no quiso aceptar la decisión de los ciudadanos y buscó la manera de conculcarla obviando que la democracia es algo más que una suma aritmética.
Lo segundo es un hecho: Sánchez ganó después en las urnas, cierto, y pactó con los mismos partidos que cinco minutos antes del cierre de los colegios electorales repudiaba: del separatismo dijo que jamás sería presidente con ellos; y a Podemos, que le provocaba insomnio, le puso un «cordón sanitario» para evitar que en España llegaran las «cartillas de racionamiento».
Sánchez era un candidato achicharrado por las urnas que no quiso aceptar la decisión de los ciudadanos y buscó la manera de conculcarla
Sánchez engañó a sus votantes y apuñaló a sus compañeros, presentándoles como burdos colaboracionistas de Rajoy, para lograr por lo militar lo que era incapaz de ganar por lo civil. Y antes engañó también a sus propios militantes, convocados a unas Primarias absurdas con la promesa de consultarles todo para no volver a preguntarles nunca nada más.
El fin, para Sánchez, siempre justifica los medios. Y una vez logrado, no importan los resultados: estar en el poder es el único objetivo, y todo lo demás es secundario. A qué precio, con qué consecuencias y con qué efectos a largo plazo es irrelevante en el universo sanchista, solo ocupado en su propia supervivencia y solo laborioso en la tarea de borrar o disimular las huellas del crimen.
Que son muchas, objetivas, cuantificables y de imprescindible recuerdo:
- Ha llevado a España a la peor situación económica de Europa, con el mayor retraso en la recuperación, la peor tasa de paro y la mayor destrucción de PIB junto a la de Argentina.
- Ha entregado sus investiduras, su Gobierno, sus Presupuestos y todas sus decisiones relevantes a un partido encabezado por un terrorista, otro por un golpista y uno más por un chavista.
- Ha indultado a delincuentes de sedición, o hasta por secuestrar a su propio hijo, y perseguido a Reyes sin descanso.
- Ha puesto en solfa la Transición, la Monarquía Parlamentaria y la Constitución del 78 y ha resucitado la España de los bandos, las trincheras y los enemigos irreconciliables.
- Ha provocado, en el comienzo de la pandemia, el mayor exceso de mortalidad del mundo occidental por su empeño en celebrar el 8M con una temeridad suicida tapada luego con un confinamiento inconstitucional.
-Ha generado el mayor paro femenino de Europa, con su mujer y sus sonrojantes enchufes como única excepción.
- Ha preferido entenderse con Otegi, Junqueras o Iglesias para cerrar pactos a favor de terroristas, sediciosos o comunistas que con Feijóo, Rivera, Casado, Abascal, Arrimadas o hasta Felipe González para sellar pactos de Estado en los peores años para España.
- Ha invadido el Poder Judicial, RTVE, la Guardia Civil, la Fiscalía General, la Abogacía del Estado y hasta Correos; mientras permitía que Podemos, Bildu o ERC asaltaran la Moncloa.
- Ha tenido todos los gestos imaginables con ETA y sus amigos y ninguno de los necesarios con sus víctimas, arrinconadas como si fueran una molestia.
- Ha impulsado o aceptado todas las leyes que enmiendan la mismísima naturaleza del ser humano o anteponen el inexistente derecho a morir o matar sobre el innegociable derecho a vivir.
- Ha torturado a impuestos a una sociedad empobrecida mientras elevaba la recaudación pública como nunca en la historia para gastárselo en crear un régimen clientelar miserable y sin futuro.
- Ha plagiado una tesis doctoral y recibido el reproche sin precedentes del Constitucional, la Audiencia Nacional o el Consejo de Transparencia mientras impartía lecciones de ejemplaridad al resto.
- Ha logrado que Washington y Bruselas le miren con recelo y Caracas o La Habana con simpatía.
- Y ha elevado el gasto público en ministerios, asesores, familiares y amigos, a bordo de un Falcon declarado secreto de Estado; mientras miles de empresas, pequeños comercios, pymes y curritos lo perdían todo en las dos crisis gestionadas primero por Zapatero y luego por él.
Podrá discutirse la retórica del artículo, las formas algo desabridas y la manía que el comportamiento del personaje me despierta. Pero no los hechos: todas y cada una de las cosas que se glosan han pasado, son ciertas, se pueden demostrar y han provocado estragos.
Y solo la contumacia en el abuso y el maquillaje de la artillería mediática que le acompañan pueden aspirar a esconder, durante un tiempo limitado, una certeza: Sánchez ha hecho lo peor con los peores, y su balance es desolador, pero muy previsible en alguien que, con todo el dolor de mi corazón, se define en pocas palabras: un traidor, un incompetente y un peligro público.