Francina y Oltra, hermanas, yo no os creo
Isabel sí necesitaba su apoyo, y la tal Armengol ha ocultado uno de los mayores horrores de la historia reciente de España
Una niña. Una menor indefensa. Una hermana, en la jerga neofeminista. La llamaremos Isabel, para proteger su identidad. Estaba tutelada por los servicios sociales de Baleares, que la apartaron de su familia y la internaron en un centro público. Tenía 12 años. Otro adolescente, también menor, pero mayor que ella, la violó. Luego, otro desconocido hizo lo mismo. Isabel padecía un retraso madurativo y déficit de atención. Le dieron la píldora del día después y asunto terminado. Y así, suma y sigue, otros cuantos casos más. Una mujer, que se dice hermana en la lucha de Isabel y de todas las niñas explotadas, se niega a investigar y auditar a los servicios sociales, que son los responsables de la tragedia. La feminista, progresista y reformista Francina Armengol, hooligan del sanchismo, dirige un tripartito con populistas y comunistas en el Gobierno de Baleares (PSOE, Podemos y MES por Mallorca), que usan la causa de las mujeres como reclamo electoral.
Isabel sí necesitaba su apoyo, y la tal Armengol ha ocultado uno de los mayores horrores de la historia reciente de España. Ha preferido gestionarlo internamente para que no sepamos que bajo su desamparo esos centros mezclaban abusadas con abusadores, que algunas de las niñas se escapaban incluso meses y nadie daba la voz de alarma, que otras se prostituyeron por un par de zapatos viejos. Francina se manifiesta todos los 8 de marzo y brama yo sí te creo, hermana, a favor de que las madres secuestren a sus hijos para perjudicar a los padres, aunque no estén condenados. Pero las niñas que están a su cargo son menos hermanas que una delincuente de su cuerda; las niñas que están a su cargo, si son hermanas, lo son de un dios menor.
A la segunda niña la llamaremos Ana. Ella tenía 14 años cuando fue violada por Luis Eduardo Ramírez en febrero de 2017. Era su monitor en el centro de Menores de la Comunidad Valenciana. Cuando se enteraron de los abusos, tan solo la cambiaron de planta para esconder el «problema». Los responsables de la tutela de la chica, dependientes de la Consejería que comandaba la propia mujer del abusador, Mónica Oltra, nunca concedieron a la niña la asesoría de sus equipos jurídicos, a pesar de estar obligados, cuando esta decidió denunciar, y tuvo que ser la Fiscalía la que la socorriera legalmente. El marido de la consejera siguió trabajando dos largos años más para la Generalitat. Hoy gran parte del equipo de Oltra está imputado por urdir una trama para desacreditar el testimonio de la víctima y ahora la jefa, la ex del delincuente, está a punto de ser investigada por petición del Ministerio Público. Oltra también cree mucho en las hermanas que presentan denuncias falsas, en el feminismo de la señorita Pepis de Yolanda Díaz, pero menos en las niñas ultrajadas en regímenes islamistas amigos y nada en las que son violadas en lugar de mimadas por su Gobierno, máxime si el abusador es parte de la familia. Aunque no lo podamos creer, Mónica sigue siendo hoy (ni su propio presidente, Ximo Puig, tiene poderes para destituirla) vicepresidenta del Gobierno valenciano.
Pues bien, Francina y Mónica: ni somos vuestras hermanas ni uséis más a las mujeres para llenar la faldriquera de votos ni mencionéis el nombre de ninguna mujer en vano. Miraos al espejo y decidid si lo que veis merece la pena. Isabel y Ana (y muchas más) os interpelan desde su infierno íntimo. Hermanas, yo no os creo.