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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Monterías

Si quieren perseguir al Rey Juan Carlos por no declarar las monterías a las que ha sido invitado, que me persigan a mí. Pero que me avisen previamente y con tiempo para pedir el crédito o preparar el recurso contra la sanción de Hacienda

Ya no saben qué hacer para obstaculizar su vida. Ahora es Hacienda la que ha iniciado una investigación al Rey Juan Carlos «por recibir monterías como regalo». Se trata de una paletada. Las monterías no se regalan. Hay monterías de cuadrillas locales a las que acuden los socios que arriendan los cotos. Monterías que el propietario de la mancha que se montea encomienda a un orgánico o gestor que se encargue de la organización, del cobro y se lleve un porcentaje de los beneficios, haciéndose cargo de la contratación de las rehalas, los gastos de los secretarios y postores, el taco y la comida. Monterías en las que el propietario de la finca no comercia con sus puestos e invita a sus amigos o quien le salga del pirulí, y al final de la jornada «pasa el guante» a sus invitados para corresponder con una buena propina a guardas, postores y rehaleros. Y hay monterías en las que el dueño del coto invita en plenitud a sus amigos, los cuales llegan, cazan y se van sin el deber de soltar ni un euro. A mí, que no soy el Rey Juan Carlos, me han invitado plenamente a muchas monterías, y creo que aceptando y agradeciendo la invitación y la generosidad de mis amigos propietarios de cotos, no he cometido delito alguno. El novio o compañero de hecho y lecho de nuestra simpática fiscal general del Estado, el juez inhabilitado por prevaricador Baltasar Garzón fue invitado de gorra y agasajo a centenares de monterías y barreras taurinas durante sus años de esplendor, y no cometió delito alguno contra la Hacienda pública. Para acudir, pagando o en calidad de invitado a una montería, es exigible estar al corriente de toda suerte de licencias. La licencia de armas, la licencia de caza de cada comunidad autónoma, la guía del arma con la revisión aprobada por la Guardia Civil y el seguro obligatorio de responsabilidad civil. También fue frecuentemente invitado a monterías en Sierra Morena y demás paraísos cinegéticos de España el que fuera ministro de Justicia del Gobierno de Zapatero, Mariano Sánchez Bermejo, y no actuó contra las leyes por aceptar las invitaciones. Lo hizo porque no tenía ni la licencia de caza ni el permiso de armas ni la guía de su rifle ni el seguro reglamentario. Se dice de un montero en las mismas condiciones, que al serle requerida por los agentes del Seprona su documentación en regla, y al no llevar nada de nada, el agente le decomisó el arma, le impuso una fuerte sanción y le regaló el siguiente comentario: «Tiene usted menos papeles que el ministro Bermejo».

Pero no se sabía que acudir invitado a una montería, a los toros, a comer en un buen restaurante, o a la cubierta de un barco para seguir en vivo las regatas de traineras de la Concha, en San Sebastián, obliga a pagar un impuesto especial. Y que aquel que no lo ingrese en el Tesoro Público para financiar las guarraditas del ministerio de Irene Montero está defraudando a la Agencia Tributaria. Me acuso públicamente de haber aceptado la invitación a cazar de mis amigos más generosos. En alguna ocasión, coincidiendo con el Rey Juan Carlos. Y me acuso de haberlo pasado muy bien cuando la montería tuvo ladras, movimiento, buen desayuno, mejor comida, y partida de mus, y haberme aburrido como una encina cuando ni ladras ni movimiento, ni buen desayuno ni buena comida, y partida de mus con aficionados. Como se dice entre los cazadores: «La montería es una maravilla hasta que te dejan sólo en el campo esperando que entre el jabalí que no entra jamás».

Es decir, que si quieren perseguir al Rey Juan Carlos por no declarar las monterías a las que ha sido invitado, que me persigan a mí. Pero que me avisen previamente y con tiempo para pedir el crédito o preparar el recurso contra la sanción de Hacienda.

A este paso van a perseguir al Rey Juan Carlos por no haber declarado el regalo de Primera Comunión de sus nietos.