La condena a la boliviana de Jeanine Áñez
La revancha a la boliviana con todo lo que tenga que ver con Áñez o sea crítico de Evo Morales, no descansa ni lo hará
A Jeanine Áñez el peso de la justicia de Evo Morales la ha condenado a 10 años de prisión. La sentencia, en el caso «Golpe II», estaba anunciada aunque no proclamada oficialmente hace tiempo.
Los soldados que custodian en el calabozo a la ex presidenta, desde hace 15 meses detenida de forma preventiva, se lo repetían con frecuencia: «De acá no sale».
La Presidencia de Áñez no fue un ejemplo de estadista, pero gracias a ella y con la ayuda de la Unión Europea, se celebraron unas elecciones libres, limpias y transparentes que colocaron a Luis Arce donde estuvo ella después del exilio voluntario -nada de golpe- en 2019 de Morales.
Áñez, con sus idas y venidas como candidata, sus ajustes de cuentas y otras decisiones torpes no dejó un recuerdo maravillosos en Bolivia. Pero, de ahí a considerarla golpista hay algo más que un abismo. En cualquier caso, se merecía un juicio justo y eso es lo que no ha tenido.
Ni el proceso se ha ajustado a derecho (no pudo ni presentar a los testigos que quiso) ni el fallo judicial tiene sentido. Aún así, el portavoz de Luis Arce que es lo mismo que decir, el representante de Evo Morales anunció que el Gobierno apelará: quieren verla 15 años entre rejas y no 10.
La venganza de «El Evo», título de una biografía del primer indígena en llegar al poder en tiempos de democracia (o algo parecido) en Bolivia, no tiene ni tendrá límite. Teresa Morales, su ex ministra de Desarrollo Productivo y Economía Plural, ha proclamada que detrás de Áñez deberían sentarse en el banquillo los ex presidentes Carlos Mesa y Tuto Quiroga, con Samuel Doria Medina (empresario y ex líder de Unidad Nacional) junto el actual gobernador de Santa Cruz Luis Fernando Camacho.
Todos ellos, pese a sus enormes diferencias con Áñez, defendieron sus derechos, los abusos, el maltrato que ha recibido en la cárcel y la parcialidad de un juicio viciado desde el origen. Carlos Mesa, además, fue la víctima real del fraude electoral de Evo Morales, como demostró la OEA y todo aquel que quisiera abrir los ojos en lugar de tapárselos.
Mesa, casi con certeza, sería hoy presidente de Bolivia si los apagones del escrutinio y las actas electorales adulteradas no hubieran confirmado, en aquel falso recuento, el cuarto mandato de Evo Morales tras 14 años en la Presidencia y pese a estar prohibida su candidatura por la Constitución que él creó.
Los políticos mencionados opinan lo mismo que los ex presidentes democráticos de la región, y de España con el silencio insultante de José Luis Rodríguez Zapatero. La historia o una buena investigación podrá explicar algún día al mundo la conducta del hombre que destrozó el PSOE, España y ahora ayuda en idéntica misión a hundir Sudamérica.
La revancha a la boliviana con todo lo que tenga que ver con Áñez o sea crítico de Evo Morales, no descansa ni lo hará. El abogado de la ex presidenta terminó anoche detenido acusado de conducir con «olor a alcohol». La hija de Áñez seguirá, previsiblemente, sin poder visitar a su madre libremente; la condenada que intentó abrirse las venas y denunció el maltrato, no dejará de ser objeto de escarnio y la oposición -unida- se prepara para esta nueva cacería que ya intento Morales cuando era presidente de verdad y no poder en la sombra de La Paz.
Como todo suele estar relacionado con todo, en este escenario, no es de extrañar que Jair Bolsonaro diga lo que ha dicho, que tiene miedo a que si pierde las elecciones, Lula haga con él lo que Evo Morales ha hecho con ella. Las urnas y ya queda poco, decidirán si acierta.