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HorizonteRamón Pérez-Maura

Napoleonchu: me quedé corto

Cuando la cuestión argelina dio un giro a peor, Napoleonchu canceló una cumbre con Biden en California porque lo importante era resolver la crisis mediterránea. Ahora resulta que cuando arde la relación bilateral, nuestro estadista ha optado por tomar el Falcon e irse a… ¡la India! Que le vayan dando a los argelinos

Es increíble el descalabro que se ha producido en el último año en nuestra política exterior durante el mandato de José Manuel Albares, más conocido por Napoleonchu entre los suyos y entre los lectores de El Debate. La línea maestra de lo que ha sucedido se resume en que Arancha González Laya no supo convencer al presidente del Gobierno de que no se podía traer en secreto a España al jefe del Polisario, Brahim Ghali, a recibir tratamiento médico. Más chulo que un ocho, Sánchez dio orden de hacerlo y, en una reacción de manual, de puro catón (no sé si estos sabrán lo que es el catón) Marruecos retiró a su embajadora.

Arancha González Laya fue defenestrada e irrumpió Napoleonchu, que estaba destinado en Francia como embajador –después de una promoción express gracias a su paso por Moncloa y por la foto del Falcon–. Confieso no saber si la carta en la que España comunica al Rey de Marruecos que apuesta por la vía marroquí para el Sáhara era en verdad de autoría hispana. Lo que sí sabemos es que Napoleonchu afirmó haberse enterado de su existencia leyendo un periódico. El País, para más INRI. No parece que el ministro de Estado encarnara mucho liderazgo en la operación. Más bien estaba a por uvas. En la primera rueda de prensa tras el anuncio se preguntó al ministro si habíamos consultado nuestro cambio de posición con Argelia. Napoleonchu, con cajas destempladas, dijo que España no consulta su política con terceros. Una declaración grande. Pero que siempre tiene consecuencias. Todo parece indicar que a los argelinos no les gustó la respuesta. Nuestro hombre de Exteriores seguía trotando hacia el despeñadero, impasible el ademán.

En lugar de ir a Argel, a rebajar la tensión, se fue a Bruselas, donde efectivamente logró un respaldo de la Comisión. A costa de incrementar la furia de Argelia. Y lo siguiente que hemos visto es a Italia, Alemania y otros mostrando su voluntad de comprar el gas argelino que parece más disponible que hace unos días. Lo que, con toda probabilidad, implicará otra subida de precios. Y el Gobierno hablando de «topajes».

Recordemos dos pasajes de esta crisis. Por una parte, la vinculación del Frente Polisario con Argelia. Y por otra, la referencia de la vicepresidenta Calviño al papel de Rusia. Asuntos ambos que Napoleonchu tampoco parece haber sabido gestionar. La realidad es que el Polisario no es más que un satélite argelino. Si alguna vez hubiera un Sáhara nominalmente independiente –que nunca lo habrá– sería en la práctica una provincia argelina. Razón por la que Marruecos jamás podrá aceptar esa independencia. Rusia tampoco ve con buenos ojos el cambio de posición español respecto al Sáhara porque un Sáhara nominalmente independiente le daría la oportunidad a Moscú de tener una base en el Atlántico Sur. Un sueño estratégico. Pero ni con todo esto sobre la mesa ha sido capaz Napoleonchu de dar prioridad a las relaciones con Argel para evitar el choque. Y ahí estamos: en esta superproducción de Moncloa Films tenemos dos vehículos que han chocado de frente y los conductores están en la cuneta con heridas de pronóstico reservado. Cuando la cuestión argelina dio un giro a peor, Napoleonchu canceló una cumbre con Biden en California porque lo importante era resolver la crisis mediterránea. Y se fue a Bruselas a ver al vicepresidente de la Comisión responsable de la política comercial de la UE, Valdis Dombrovskis, con el que, dada la urgencia por verlo, debe tener todavía menos comunicación que con el presidente de los Estados Unidos. Que ya es decir. Ahora resulta que ayer, con nuestra relación bilateral incandescente, Napoleonchu tomó el Falcon y no se fue a ver a Biden, o a Putin, o al Rey de Marruecos o al presidente de Argelia. Como no paramos de mejorar, nuestro estadista ha optado por tomar el Falcon e irse… a ¡la India! Que le vayan dando a los argelinos que él tiene cosas más importantes que hacer. Con un par.

La retahíla de insultos que perpetró la agencia oficial argelina Algérie Press Service (APS) el martes a última hora contra Napoleonchu («indigno», «pirómano»…) tienen el agravante de que más allá de que alguien pueda estar de acuerdo con alguna de las cosas que se dice del ministro, el ataque se perpetra contra 48 millones de españoles. Y para defendernos está el menos competente de todos, Napoleonchu. Servidor de ustedes lleva desde el pasado 2 de enero advirtiendo de las picias de este diplomático incompetente. No tengo inconveniente en admitirlo: me quedé corto. Muy corto. Pero él permanece al mando, asesorado por Llorente y Cuenca. Suma y sigue.