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HorizonteRamón Pérez-Maura

No puede ser y además es imposible

Oltra tuvo la desfachatez de decir que ella estaba en política «por los más vulnerables». Es imposible sostener una infamia mayor. Entre los más vulnerables estaba la víctima de ese acoso que perpetró su marido. Una niña que fue detenida por la Policía y llevada a comisaría ¡esposada!

La vida política de Mónica Oltra ha sido patética desde el primer momento. Hace falta ser miserable para atacar como ella atacó a Rita Barberá hasta causarle la muerte. No me consta que nunca pidiese perdón. Hace falta carecer de ninguna vergüenza para montar la campaña que ella montó a Francisco Camps por unos gastos irrelevantes. Campaña que acabó en nada ante los tribunales, que son quienes de verdad sentencian quién es culpable y quién inocente.

En sus palabras de despedida ayer en la sede de su coalición, Compromís, Oltra volvió a mentir y habló de «denuncias falsas». Para actuar en la vida pública, no digamos ya para ser vicepresidente de un Gobierno autonómico, hay que saber cuál es la diferencia entre una denuncia y una sentencia. En el caso que nos ocupa, su exmarido fue condenado a cinco años de prisión por un delito de abusos a una menor perpetrado cuando estaba casado con Oltra. Y cuando esa menor estaba supuestamente bajo la protección de la consejería que dirigía Oltra. Eso no es una denuncia falsa. Esto son hechos incontestables por los que hay una condena judicial.

Pero, además de mentir en el momento de anunciar su dimisión, Oltra tuvo la desfachatez de decir que ella estaba en política «por los más vulnerables». Es imposible sostener una infamia mayor. Entre los más vulnerables estaba la víctima de ese acoso que perpetró su marido. Una niña que fue detenida por la Policía y llevada a comisaría ¡esposada! ¿Así defiende Oltra a los más vulnerables? ¿Cuántas veces desde la detención de la víctima de ese abuso que ocurrió bajo su supuesta vigilancia se ha interesado la ya exvicepresidenta de la Generalidad por el estado de salud de esa niña?

Esta es la basura que practican en política gentes como Oltra y sus aliados, los que el sábado tuvieron la desvergüenza de bailar con ella mostrándole su solidaridad. De qué se alegraba esa gentuza a la que se le llena la boca hablando de defender a los vulnerables. Vulnerables a los que ya les pueden ir dando si son víctimas de uno de los suyos. Un compañero de filas de Compromís o el consorte, marido, pareja o arrejuntado de una dirigente.

La dimisión de Oltra no ha llegado con ella pidiendo perdón por haber cometido un error. Aunque fuese un fallo in vigilando. Se marcha como una víctima cuando no es más que un político que hizo mal su trabajo y eso tuvo graves consecuencias precisamente sobre los débiles, los vulnerables que tanto dice querer proteger. En esas circunstancias, no se puede reclamar inocencia, porque lo que no puede ser, no puede ser. Y además, es imposible.