Adiós, populistas
El presidente, que parece haber visto las orejas al lobo el 19-J, se ha rendido a la evidencia adoptando la rebaja de impuestos sobre la luz que Feijóo lleva reclamándole desde hace semanas
Sonará el silencio cuando Yolanda Díaz culmine con su proceso de escucha, si es que alguna vez se decide a iniciarlo. De su candidata en las elecciones andaluzas, reniega tras el fracaso que Inma Nieto ha cosechado en las urnas. Las tres amigas que compartieron sofá y escenario con ella una mañana de sábado, Oltra, Colau y Mónica, están achicharradas. Belarra y Montero –que tiene pendiente el caso de la niñera– no son nadie sin el paraguas protector de Iglesias, que dejó del Gobierno para dejar de fingir que trabajaba y ahora se dedica a sabotearlo. Y a Carmena no la han llamado para que no les quite el sitio en la foto.
Los de las confluencias y los partidos de la gente son lo que parecían: nada. Mediocres en el mejor de los casos, sin experiencia ni oficio, envidiosos cabreados porque no recibían las subvenciones suficientes para pagar un piso con piscina en un barrio de clase media-alta. Antes de que los ciudadanos se cansen de ellos, si es que no lo están ya, se habrán hecho el harakiri. Incautos, se han creído su propio eslogan electoral y han hecho con lo que es de todos su capa un sayo. Afortunadamente, el Estado sigue en pie y, como es necesario estudiar para aprobar una dura oposición, no han logrado contaminar los juzgados.
Si a Pedro Sánchez le queda alguna opción de supervivencia política, esa pasa por alejarse de ellos. No puede presidir junto a Biden la cumbre de la OTAN al tiempo que tiene a medio Gobierno vociferando en la calle tras la pancarta de los antisistema. El presidente, que parece haber visto las orejas al lobo el 19-J, se ha rendido a la evidencia adoptando la rebaja de impuestos sobre la luz que Feijóo lleva reclamándole desde hace semanas. No estaría de más que fuera el principio de un giro de ciento ochenta grados en sus políticas. De lo contrario, aunque es el fantasma que intentan conjurar como sea en la Moncloa, acabará como Zapatero.
Con la crisis de 2008 tan reciente, los Planes E, las camisetas de Wanted y los monólogos de tertulia en prime time ya no engañan a nadie. El resultado de las elecciones en Andalucía demuestra que los españoles quieren gestión, no bálsamos de Fierabrás. Quieren trabajo, no trabajar para financiar a charlatanes y vagos. Quieren unos representantes con los que se sientan identificados, no dictadorzuelos que no pegan palo al agua mientras les ordenan lo que deben hacer o decir para no quedar estigmatizados.
Afortunadamente, el populismo cotiza a la baja en la bolsa de la política. Se equivocará el que pretenda rescatarlo. Yolanda Díaz tiene pocas opciones si pretende seguir en política.