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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Almohada a babor, almohada a estribor

Mónica Oltra había ocultado datos y denuncias, y también, por error, por un despiste, machacado moralmente a la niña denunciante. Y ahora, por ese mínimo error, la denunciada y la imputada por la justicia es ella, acusada de haber cometido tres graves delitos

Noche de perros. En Cantabria, también de lobos. No he podido dormir ni un minuto. Los que me conocen bien saben que, ante una injusticia, me desencuaderno. Y lo que le han obligado a hacer a Santa Mónica del Pomelo, sinceramente, me ha desencuadernado. Siete horas en vela, dando vueltas sobre la cama. Almohada a babor, almohada a estribor, y así hasta las primeras luces. Para colmo, sin Lorazepam, que lo necesito últimamente para aliviar y relajar mis preocupaciones. Mi última noche en vela, años ha, fue consecuencia de otra tremenda injusticia, que también intentaron ocultar los informativos de las cadenas de televisión y el diario de Pepa Bueno cuando de Pepa Bueno nada se sabía en ese diario, que según el genial Santiago Amón, «se independiza todos los días de la mañana». Ignoro si recuerdan aquella catástrofe. Se celebraba en Luanda, Angola, la gala de la elección de «Miss Angola». Pugnaban por la corona y la banda, la representante de Luanda, «Miss Luanda», la de Malanje, «Miss Malanje», la de Sumbe «Miss Sumbe», y la de M´Banza Kongo «Miss M`Banza Kongo». Todos los presentes y los telespectadores apoyábamos a «Miss M`Banza Kongo», una mujer bellísima, amén de sonriente y amena. Pero sorprendentemente ganó el concurso «Miss Luanda», y aquello fue muy complicado de sobrellevar. Supe más tarde que «Miss Luanda» era la amante del jefe de la Policía Revolucionaria de Luanda, y que «Miss M`Banza Congo» , de familia honesta y afanosa, carecía del apoyo de un hombre poderoso para triunfar, más o menos como Irene Montero en España. Indignado, apagué el aparato de televisión y no pude conciliar el sueño en toda la noche. Y de ayer a hoy, me ha sucedido lo mismo. En Valencia han obligado a dimitir a Santa Mónica del Pomelo, una mujer extraordinaria, cuyo único error cometido ha sido a causa de su despiste. Cuando me refiero a Mónica Oltra como santa Mónica del Pomelo, no hago otra cosa que adelantarme a los acontecimientos santorales. En un par de siglos se analizará y valorará su martirio y podrá ser elevada a los altares como santa Mónica del Pomelo o santa Mónica de Mamá, a la que se dirige directamente para mitigar su pena. Una buena hija, hoy en día, vale más que un litro de diésel o de gasolina.

Y todo por un despiste. Tenía que tutelar a una menor desde su alto cargo de vicepresidente de la Generalidad de Valencia y confió plenamente en su exesposo, al que había encomendado la tutela de la tutelada. Pero el tutelador abusó de ella, y la niña lo denunció. Sus denuncias fueron acumulándose en el cajón de los papeles sin futuro y, al fin, santa Mónica del Pomelo no tuvo más remedio que autorizar a la tutelada que declarara ante un juez. Eso sí, como ella había seducido a su exexposo, y para evitar que hiciera lo mismo con Su Señoría, solicitó a la autoridad que formalizara la denuncia verbal ante el juez esposada, como una delincuente. Otro juez metió mano en el asunto, la niña se atrevió a hablar y contar las cosas, el exesposo fue detenido, juzgado y enchironado, los subalternos de la santa cantaron La Del Soto del Parral, y la justicia intuyó que Mónica Oltra había ocultado datos y denuncias, y también, por error, por un despiste, machacado moralmente a la niña denunciante. Y ahora, por ese mínimo error, la denunciada y la imputada por la justicia es ella, acusada de haber cometido tres graves delitos. Los despistes, que pueden convertirse en monstruosidades.

Y al final le han dado dos opciones. O recibir una patada en el culo o interpretar el papel de la honesta dimisión, rechazada por ella misma días atrás. Está sufriendo. Sabe que ha decepcionado a Yolanda Díaz y a su tocaya Mónica, Madre, Médica y Mema. Y servidor no soporta el sufrimiento público de una mujer, claro, que también la niña violada mientras era tutelada por Mónica Oltra por el marido de esta misma también es una mujer y, en su caso, inocente y víctima.

Pero nada, almohada a babor, almohada a estribor, y ni un minuto de sueño. Se ha quedado en la calle.