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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Dr. Sánchez contra la conjura de Spectra

Tiene un puntillo humorístico ver a este mandatario a la baja inventando una conspiración del gran capital contra él

El sol ya no brilla en la puerta del Doctor Sánchez, reputado cum laude por la Universidad Camilo José Cela. Ahora mismo le están cayendo más collejas que al villano de una peli de la Marvel. En Andalucía encadenó su tercera derrota en unas autonómicas y el PSOE ha perdido su principal granero de votos. La semana pasada conocimos que la inflación en España se ha desbocado al 10,2 %, frente al 5,8 % de Francia, lo que indica que algo se está haciendo mal específicamente aquí. En cuanto a su Gobierno, se ha convertido en una coña, con los socios comunistas votando ya abiertamente contra las iniciativas del PSOE.

A Sánchez se le han ocurrido dos cosas para capear semejante temporal. La primera es aparecer hasta en la sopa, concediendo de repente un aluvión de entrevistas. No le va a funcionar, porque hoy su presencia ya no suma, resta. Cae mal y cuanto más aparece, peor para los intereses de su partido.

La segunda vía de defensa ronda lo humorístico. Sánchez va ahora de víctima y asegura que existe una siniestra conjura del gran capital contra él. La primera alerta sobre la vil confabulación la dio en una entrevista de cámara en La Sexta, donde habló de «los hombres del puro de la Villa de Madrid» que conspiran contra su proyecto progresista (nótese el toque camp de la referencia al puro, que evoca las viñetas de la vieja revista cómica La Codorniz). El segundo aviso ha llegado con una entrevista en su periódico, «El País», llevada a cabo por la radiofonista que hoy dirige ese diario, quien recientemente ha rubricado un auténtico récord de manipulación periodística al no dedicar un solo titular a la noticia de que la Fiscalía había archivado la denuncia contra el hermano de Ayuso (en el polanquismo se manipulaba con más estilo; se recogería pequeño, pero al menos aparecería en algún título).

En esta entrevista, Sánchez repite la idea de que existe una especie de Spectra, la tenebrosa organización criminal de las películas de 007, decidida a frenar su gran proyecto social para España. Con complicidad entregada, la señora Bueno le pregunta quiénes son en concreto esos «poderes oscuros» que trabajan contra él. Sánchez lo explica así: «Yo hablaría de dinero, un dinero que atrae mucho poder y que siempre tiene una intención clara: la de debilitar y socavar el Estado del bienestar para poder hacer negocio». Según nos advierte el presidente, esos poderes malignos «no cejan» en «tratar de derrocar al Gobierno de España» y poseen poderosas terminales mediáticas. Uff, qué miedo, pobre Peter…

Todo esto lo dice un político que disfruta de un cuasi monopolio «progresista» en las televisiones, insólito en la Europa mediática y que desvirtúa la democracia. Un tipo cuyo periódico de cabecera estaba en la quiebra cuando fue rescatado precisamente por dos de las más relevantes multinacionales españolas –el dinero en estado puro–, dando lugar a lo que podríamos llamar «el diario progresista y del Ibex». Un presidente que de la mano de ese grupo mediático acaba de asaltar la empresa Indra, saltándose las normas de buen gobierno corporativo, según las sospechas de la propia CNMV. Un mandatario que ha contado con los principales empresarios del país como palmeros obligados en los incontables shows de pura propaganda que ha montado, porque hay miedo a la entraña retorcida del personaje. Un gobernante que, en general, disfruta de la total discreción –podría emplearse otro sustantivo– de los más altos empresarios españoles, que saben que este Gobierno lleva al país a la ruina y lo lamentan en privado con duras palabras, pero no osan a decir ni pío en alto.

La teoría de una conjura del Mordor capitalista contra el bondadoso presidente social para todas y todos provoca un eco de risas, por mucho que la repita el Orfeón Progresista. Solo muestra el grado de desesperación un político que ya no sabe a qué recurrir para intentar salvar lo único que le importa. En efecto: su poltrona.