Un socialista honrado
Antonio Miguel Carmona nunca ha vivido del partido, sino de su trabajo, lo que le ha dado una libertad de actuación y de pensamiento muy rara en nuestra clase política
La propaganda aquella del PSOE de 100 años de honradez es rigurosamente falsa. A lo largo de su larga historia el Partido Obrero Socialistas Español tiene más hechos vergonzosos y dignos de ser ocultados que de los que enorgullecerse. Promovió el intento de golpe de estado revolucionario de Asturias de 1934; falsificó las actas que dieron el poder al Frente Popular en febrero de 1936, lo que provocó la Guerra Civil; asesinó al líder de la oposición monárquica Calvo Sotelo y no hizo los mismo con Gil Robles por que no estaba en casa cuando fueron a darle el paseo, y así un larguísimo etc.
Junto a figuras vergonzosas como Largo Caballero, Negrín, Indalecio Prieto, Rodríguez Zapatero o el presidente Sánchez existen otros socialistas, hombres honrados patriotas españoles, que, con mayor o menor acierto, han trabajado y luchado por una España mejor. Para desgracia de los españoles, y de los europeos en general, los socialistas necios, golfos y corruptos casi siempre se han logrado imponer al socialismo honrado. Una realidad que hace que, por ejemplo, el antes todo poderoso Partido Socialista francés solo haya obtenido 1,75 % de los votos en las elecciones galas de 2022.
Décadas de políticos socialistas como Mitterrand u Olof Palme han sumido al socialismo europeo en la estulticia. Su modelo de sociedad se ha licuado ante la culturilla woke, el mundo LGTBI, la corrupción entre muchos de sus cuadros que han convertido el ser socialista en un modo de vida, relegando a los partidos socialistas a una permanente crisis.
En España el socialismo va en un lento pero constante proceso de descomposición. Va perdiendo votos, escaños y elecciones elección tras elección.
Los grandes lideres socialistas, de moral no precisamente intachables, pero con enorme capacidad de gestión de los negocios del Estado, inteligencia, visión de juego y de futuro han desaparecido del PSOE. Felipe González –un estadista de primera fila–, Alfonso Guerra, Jordi Solé i Turá, Gregorio Peces Barbas ya son parte del pasado. Para nuestra desgracia, el modelo tontorrón o chulesco, vacío de todo idea digna de atención, ha triunfado en las filas del PSOE.
Junto a los dos tipos de socialistas antes reseñados existe un tercer grupo, los socialistas honrados, auténticos patriotas, preocupados genuinamente por la cosa pública. Está lista está encabezada por el viejo Pablo Iglesias. De él dijo el dictador Primo de Rivera con motivo de su muerte: «El respeto que merece la memoria del más inteligente y patriota de lo socialistas españoles, Pablo Iglesias, se funda en que jamás, mientras que dirigió las masas obreras, admitió la actuación por la violencia». En la lista de los socialistas de la escuela de Pablo Iglesias nos encontramos a Joaquín Leguina, Paco Vázquez o a Nicolás Redondo Terreros. Junto a estos socialistas ejemplares, hoy marginados de los órganos de decisión del PSOE, está Antonio Miguel Carmona.
Conozco a Antonio desde hace muchos, muchos años. Hemos sido compañeros en el claustro del CEU hace ya más de un cuarto de siglo. Nunca ha vivido del partido, como muchos otros, sino de su trabajo, lo que le ha dado una libertad de actuación y de pensamiento muy rara en nuestra clase política. Enemigo acérrimo de las tesis zapateristas y sanchistas, por encontrarlas fundamentalmente malas para España y para los españoles, nunca ha aceptado, me consta, las ofertas de los mandamases de su partido a cambio de cerrar la boca, de su libertad. Renunció a ser senador y a la presidencia de algún consejo de administración de empresa estatal que se le ofreció a cambio de que cerrase el pico. Teniendo el derecho de las urnas para ser alcalde de Madrid, su propio partido le boicoteó, para darle el ayuntamiento a la comunista Carmena, al no poder soportar la forma de entender la política de Antonio Carmona.
Antonio Carmona es un socialista –yo no– justo y honrado. Un patriota español de un modelo de sociedad que no es la mía, pero en la que sin lugar a dudas todos los españoles tendríamos cabida. Representa ese socialismo que ya casi no existe y que es el que España necesita. Pero sobre todo Antonio Carmona, al igual que Joaquín Leguina, Paco Vázquez o Ramón Tamames... representa a un pensamiento de izquierda libre, inteligente, constructivo que existe pero que su propio partido quiere silenciar.
Para terminar, solo decir que seguramente la mayor virtud de Antonio Carmona no es su incuestionable capacidad oratoria –es capaz de defender una cosa y la contraria con igual brillantez– sino que es amigo de sus amigos hasta las últimas consecuencias, sin tener en cuenta el carnet de éstos. Puede estar en un gran consejo de administración y viajar en avión privado de empresa y al día siguiente comer con sus viejos amigos de Carabanchel en «la tasca del canalla» un menú de 12 euros. Yo soy amigo de Antonio Carmona.