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Vidas ejemplaresLuis Ventoso

Supremo alarde de cinismo en Ermua

Hay que tener una moral muy elástica para hablar como habló Sánchez en Ermua haciendo lo que hace en Madrid

Los extraordinarios The Beatles, de los que nunca me aburro, se separaron hace 52 años con un gran amargor interno. Habían sido los mejores amigos. Crearon un fenómeno asombroso saliendo de muy abajo. Pero en medio de una presión inhumana y un trabajo extenuante fueron acumulando una creciente carga de rencor mutuo. Ese hartazgo cristalizó en un par de agrias canciones en solitario, en las que Lennon y McCartney se lanzaban a sus respectivas yugulares. La primera puya la lanzó Paul con una pieza titulada Demasiada gente, donde pellizcaba a John y Yoko. Lennon le respondió con mayor contundencia y lo puso verde en una canción llamada ¿Cómo puedes dormir?.

Esa es exactamente la pregunta que nos hicimos este domingo muchísimos españoles escuchando el discurso de Sánchez en Ermua, en los actos por el 25 aniversario del asesinato de Miguel Ángel Blanco: ¿cómo puedes dormir? ¿No te remuerde la conciencia al menos un poco después de perpetrar tal alarde de cinismo?

La actuación de Sánchez este fin de semana ha sido impecable. Primero publicó un sentido artículo en los periódicos de Bilbao y San Sebastián del grupo vasco Vocento, donde describía perfectamente la extrema crueldad del asesinato de Blanco, el concejal del PP en Ermua. En ese texto, escrito de tal modo que lo podría haber rubricado el propio Mayor Oreja, el presidente del Gobierno pedía que «nunca se olvide esa historia reciente», porque «fue el camino que se ha recorrido hasta llegar a la libertad». En su discurso en el pabellón de Ermua, junto al Rey y la hermana de Blanco, continuó en la misma línea argumental: «Hay que seguir contando esta historia y mantenerla viva. Necesitamos que la sociedad no olvide». No hubo en sus palabras, por supuesto, ni una sola alusión a pasar página y entenderse con Bildu, que es lo que está haciendo.

Sus impecables discursos del fin de semana quedan anulados y se convierten en un turbio ejercicio de cinismo cuando recordamos que Sánchez está haciendo en la Moncloa y en el Parlamento exactamente lo contrario de lo que ha predicado en Ermua. Es el presidente socialista que ha cometido la infamia de blanquear al partido de ETA asociándose con él en Navarra y utilizándolo como muleta para sacar adelante votaciones complicadas en el Congreso. Es el presidente que, según ha revelado Otegi, se ha avenido a pagar el apoyo de Bildu sacando a la calle a los criminales de ETA (como de hecho ya está ocurriendo). Es el presidente que trata con melindres exquisitos a los portavoces de Bildu, el partido sucesor de ETA, pero que destila odio cuando se dirige a los del PP, el partido de Miguel Ángel Blanco, y a los de Vox. Es el presidente que ha aceptado el apoyo de Bildu para sacar adelante una hedionda «Ley de Memoria Democrática», donde se alcanza la aberración de presentar a los sicarios de ETA como luchadores por la democracia.

¿Cómo puedes dormir? ¿Cómo puedes denunciar los crímenes de ETA, pedir que nunca se olviden, y al tiempo blanquear a su brazo civil? La respuesta es que todo indica que estamos ante una persona que ni siente ni padece. Como me decía un amigo, «lo mismo le da ocho que ochenta». No tiene más meta que flotar en su cargo y para ello se ha mostrado capaz de traicionar lo que sea y a quien sea.

No se lo van a creer, pero casi me da pena. Tiene que ser muy duro vivir con una conciencia tan oxidada. Y además pasa factura en todos los órdenes. Véase, por ejemplo, la encuesta que hoy publica este periódico, donde ya pierde las elecciones claramente. Realmente lo asombroso es que todavía le vote alguien.