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HorizonteRamón Pérez-Maura

La indignidad de Sánchez

Aquí el único que utiliza a los muertos es Sánchez. Y de forma destacada a Alfredo Pérez Rubalcaba. Cientos de españoles podrían subir a esa tribuna y recordarle lo que Rubalcaba decía de su Gobierno en los meses anteriores a su desgraciada y anticipada muerte. Rubalcaba y no otro fue el que acuñó lo de «Gobierno Frankenstein»

La intervención del presidente del Gobierno en el debate sobre el estado de la nación ha sido una de las más indignas que he oído nunca. Pero lo más triste fue que probablemente habrá bastantes votantes de su núcleo duro a los que habrá satisfecho con sus palabras. Aunque hay datos mucho más objetivos que la reacción de sus fidelísimos, como la reacción que produjo ayer en la Bolsa de Madrid la intervención del presidente del Gobierno: un desplome absoluto provocado por su anuncio de la subida radical de impuestos a las eléctricas y a los bancos, que ayer en los minutos posteriores al anuncio del presidente arrastró al Ibex a pérdidas de seis mil millones. Este tío es un genio. Y luego dirá que tiene un plan de rescate para la economía española.

Convendría que alguien explique a Sánchez que esos banqueros que él pinta con un puro en la boca, gente detestable a la que ayer anunció que les va a subir los impuestos, son en realidad millones de españoles que son accionistas de los bancos y las eléctricas. Gentes que complementan sus pensiones con los dividendos de esas sociedades a las que ayer dijo Sánchez que va a crujir. Y, por lo tanto, van a perder una parte sustancial de los dividendos a los que tienen derecho. Una forma de robar a quien ha invertido sus ahorros en empresas perfectamente legítimas y lo que es más relevantes, imprescindibles para la supervivencia y prosperidad de un país.

Pero lo que pretende Sánchez va más allá: los fondos de inversión en los que invierten los fondos de pensiones del mundo entero también invierten en estas grandes compañías porque la gestión de su negocio suele ser predecible y si tienen problemas se pueden avizorar con anticipación. A ver con qué cara se pavonea Sánchez de lo que le ha sacado a los bancos y las eléctricas si esos fondos de pensiones tienen problemas para pagar a los pensionistas lo que se han comprometido a darles.

Claro que ayer la primera reacción fue mucho menos dura en las eléctricas, quizá porque sus accionistas no se crean a Sánchez. ¿Puede alguien creer a un presidente cuyo currículo de falsario no tiene parangón en las democracias occidentales? O quizá porque grandes corporaciones como el BBVA e Iberdrola saben que sus resultados son muy relevantes para las cuentas del PNV.

Pero la mayor indignidad de la sesión no fue nada esto, que ya lo fue bastante. Lo peor fue decir al PP que ha intentado beneficiarse del terrorismo. El presidente que gobierna con el apoyo de los terroristas de ETA y el que esta promoviendo una ley de memoria antidemocrática con el apoyo de los sucesores de los asesinos. Tener la cara de decir al PP que se aprovechó del 11-M cuando todos sabemos cuál fue el resultado de las siguientes elecciones y, lo que es más importante, que el Gobierno de Aznar en funciones, detuvo y esclareció quién y como había perpetrado la barbarie de Atocha es de una indecencia difícilmente superable.

Aquí el único que utiliza a los muertos es Sánchez. Y de forma destacada a Alfredo Pérez Rubalcaba. En el debate ha tenido la desfachatez de invocar una intervención de Rubalcaba en la Cámara en 2005 contra el PP. Absolutamente cierta. Cientos de españoles podrían subir a esa tribuna y recordarle lo que Rubalcaba decía de su Gobierno en los meses anteriores a su desgraciada y anticipada muerte. El propio Rajoy recuerda siempre cómo con Rubalcaba se podía hablar. Rubalcaba y no otro fue el que acuñó lo de «Gobierno Frankenstein».

Sánchez podría demostrar esa empatía con las víctimas pasando una semanita, no más, en un zulo como el de Ortega Lara y contando después qué se siente. Bueno, bien pensado, retiro la propuesta no vaya a meterse en un zulo así y grabarlo para la hagiografía televisiva que le están grabando. Vade retro, Satana.