Fundado en 1910
COSAS QUE PASANAlfonso Ussía

El AVE extremeño

La ministra Sánchez-Almudena Grandes ha inventado el tren de alta velocidad lánguido y remiso, el convoy ecologista

El paisaje que regala Extremadura podrá seguir siendo contemplado y agradecido desde el recién inaugurado AVE extremeño. En Extremadura sobreviven las dehesas más prodigiosas de España. Dehesas de encinas y de alcornoques. Sierras cerradas. Venados, gamos, jabalíes. Tierras sometidas al arado desde siglos. En el AVE Madrid-Sevilla, o Madrid-Málaga, se recorre desde Puertollano a Córdoba un tramo entre dehesas infinitas. Camino de Sevilla y procedente de Madrid se inicia el paisaje milagroso atravesando la «Garganta» del Duque de Westminster, antiguo campo de los Baviera. Pero se hace a más de 250 kilómetros la hora de velocidad, y la maravilla se escapa a las miradas detenidas. De ahí, que la ministra de Transportes Raquel Sánchez-Almudena Grandes, haya recapacitado. El AVE extremeño, como ella lo denomina, a través de los amplios ventanales de sus vagones, permitirá a sus viajeros gozar de las dehesas, porque para no privar a los usuarios de las panorámicas que ofrece Extremadura, la ministra Sánchez-Almudena Grandes ha prohibido a los maquinistas que superen los 89 kilómetros por hora. Los Trenes AVE –Alta Velocidad Extremeña-, a Badajoz, Mérida y Cáceres, permitirán la delicia de la contemplación del paisaje a los viajeros, como si estuvieran pisando aquella sufrida, heroica, histórica, y aventurera tierra de Extremadura.

Como escribe la extraordinaria Mónica Fernández-Aceytuno en Las 104 palabras más hermosas de la Naturaleza: «La dehesa tiene para mí el aliciente de ver cosas distintas a las que veo cada día; un gabato en la sombra, el águila calzada al sol, en el suelo las hormigas acarreando semillas más grandes que ellas, el abejaruco posado en una rama seca». Porque, en efecto, a 89 kilómetros por hora, se pueden admirar sin problema alguno los gabatos, las águilas, las hormigas, los abejarucos, las oropéndolas, los herrerillos, los rayones y las jinetas. La ministra Sánchez-Almudena Grandes ha inventado el AVE parsimonioso, el tren de alta velocidad lánguido y remiso, el convoy ecologista. Acompañó a la señora ministra en el paseo inaugural el presidente de la Junta de Extremadura, señor Fernández Vara que, durante el trayecto, no pudo sobreponerse a la emoción por sentirse protagonista del salto de Extremadura a la modernidad ferroviaria. No obstante, y a pesar de la emoción no dominada, el presidente de Extremadura no se manifestó excesivamente eufórico al término del viaje, porque el Alvia, que había partido desde Badajoz con destino Madrid a las 16: 45 horas, hizo su entrada en la estación de Atocha-Almudena Grandes con una demora de 34 minutos. Todo sea por el paisaje.

Sucede algo parecido con el tramo que cubre el Alvia desde Palencia a Santander. El presidente Revilla se puso farruco con Pepiño Blanco en tiempos del Gobierno de Zapatero. Invirtió una considerable cantidad de dinero en latas de anchoas de Santoña y Sobaos pasiegos «El Macho», y al final, no alcanzó sus objetivos. El paisaje, desde Alar del Rey hasta Santander es un prodigio de verdes enfrentados, y en la actualidad se invierte más tiempo en recorrerlo que hace quince años. Pero no supera en lentitud y parsimonia al AVE extremeño, faltaría más, y con una ventaja añadida. La estación de Santander no se llama «Santander-Almudena Grandes», lo que facilita la alegría de los viajeros al cumplir el trayecto.

Un AVE que alcanza una velocidad media de 89 kilómetros hora, sólo es capaz de inaugurarlo el Gobierno que ahora tenemos. Los extremeños tienen que sentirse agradecidos. Cada año que pasa, su tierra macha de conquistadores y navegantes, está más lejos de La Moncloa.

Y en primavera, se pueden ver sobre las copas de las encinas, los alcornoques y los árboles de los sotos, abejarucos y oropéndolas, sobre todo, cuando el tren se detiene porque se le ha estropeado el motor.