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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Un poco raro, sí

El juez tiene que recapacitar y reconocer su precipitación. Noventa y dos cuentas corrientes pueden ser motivo de alguna leve sospecha

Vamos a centrarnos en el sosiego. Puede interpretarse como un poco raro, sí, pero sólo un poco. Todos los españoles tenemos de ochenta a noventa cuentas corrientes en los bancos. De ahí que un juez considere que la titularidad de 92 cuentas corrientes merezca una explicación. Pero en el fondo, Monedero no ha hecho otra cosa que despistarse y abrir dos cuentas corrientes más de lo socialmente establecido. Lo intrigante no es el número de cuentas corrientes, sino las trasferencias y movimientos de centenares de miles de euros –millones que saldrán–, que se registran en esas cuentas. Un sabio economista ha dado con la solución. Los bancos regalan toda suerte de objetos a cambio de la apertura de una cuenta corriente. Y el banco preferido de Monedero premia cada nueva cuenta con un juego completo de sartenes de acero inoxidable, sombrillas de playa y mecheros para encender barbacoas.

Lo difícil no es encontrar millones de euros en las cuentas de Monedero, porque siempre los ha tenido y le va muy bien. Lo complicado es hallar la nave industrial en la que Monedero guarda los 92 juegos completos de sartenes de acero inoxidable, las 92 sombrillas de playa y los 92 mecheros para encender barbacoas. Tengo entendido que Monedero tiene la buena costumbre de ducharse todos los sábados antes de acudir a las barbacoas sabatinas que organiza Irene Montero en Galapagar. Y me consta que es un hombre generoso. Es decir, que a nadie sorprendería que le hubiera llevado de regalo, un sábado cualquiera, un juego de sartenes de acero inoxidable, una sombrilla de playa –también adaptable al césped–, y un mechero para encender barbacoas. En tal caso, que es muy probable que así sea, las Fuerzas de Seguridad del Estado, de hallar la nave industrial, sólo encontrarían 91 juegos de sartenes de acero inoxidable, 91 sombrillas de playa y 91 mecheros para encender barbacoas. Es decir, que se desmoronaría la investigación judicial tanto en el fondo como en la forma, demostrándose, una vez más, que Juan Carlos Monedero es un político de Podemos honesto y cabal, cuya única falta –y leve–, es la de haber abierto a su nombre o de sus sociedades dos cuentas corrientes más que el resto de los españoles, que repito, tenemos a nuestro nombre o de nuestras sociedades una media de ochenta a noventa cuentas corrientes, eso sí, sin el caudaloso movimiento que presentan las de Juan Carlos Monedero. Pero no es culpa de Monedero. Es culpa nuestra, que no hemos sabido dotar a nuestros depósitos bancarios del dinero suficiente para moverlo de un lado a otro con el objetivo de despistar a la Agencia Tributaria, que en los casos que afectan a Podemos, se despista con bastante facilidad.

El juez tiene que recapacitar y reconocer su precipitación. Noventa y dos cuentas corrientes pueden ser motivo de alguna leve sospecha. Al que hay que investigar es a don Amancio Ortega, que tiene tres cuentas corrientes y al duque de Westminster, titular de seis cuentas corrientes –y ¡cinco de ellas en Londres!–, lo que resulta muy sospechoso siendo inglés. Eso sí, dinero aparte, que sabemos que está ahí y en cantidades considerables, lo que hay que investigar, y a fondo, es el paradero de los juegos de sartenes, las sombrillas y los mecheros. Y en caso de condena penal, sin promesa de indulto.

Hasta ahí podíamos llegar. Porque en el fondo, lo del dinero… ¿para qué sirve el dinero? No tenemos remedio.