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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Jaimito se mete con Felipe VI

El único reproche menor que puede hacérsele al Rey es que no sacara la Tizona. Pero Podemos quiere guillotinarlo y cobrar mientras del Reino de España

Jaime Asens, que prefiere que lo llamemos Jaume y lo pronunciemos Jauma y por tanto Jaimito será, es el antisistema de guardia en estas fechas estivales. El tipo que habla del pueblo, de la gente y del barrio, como si los conociera, mientras el resto de zahorís de las clases humildes se harta a langostinos en algún lugar desconocido del litoral español o tal vez mundial.

El diputado en cuestión es o fue pareja de Leticia Dolera, la mediocre actriz que dio la turra durante años con el feminismo y paró un poco al saberse que había despedido a una compañera, en la serie que perpetraba, al conocer que estaba embarazada: es muy habitual en esta tropa lo de dar lecciones de igualdad, sororidad y algún otro concepto esdrújulo a quienes no lo necesitamos y, a la vez, no practicarlo nunca cuando la vida pone a prueba sus cacareos.

Asens también fue, por situar al personaje, el abogado de Rodrigo Lanza, aquel salvaje que dejó parapléjico a un policía y después asesinó a Víctor Laínez en Zaragoza: entre medias de ambas barbaridades, el jumento en cuestión tuvo la defensa de Jaume, e incluso fue tratado como una víctima del sistema en un documental promovido por Ada Colau y aplaudido por toda la evolada periodística catalana, fácilmente identificable: presumen de tener más corazón que nadie, dan por supuesto que sus sentimientos son mejores que los tuyos y, finalmente, viven muy bien de esa pose barata.

Pues bien, Jaimito, o Jaumito si lo prefieren, ha elevado a postura oficial de Podemos el acoso al Rey que estrenó uno de sus diputados, un tal Honrubia, defendiendo la guillotina como humanitario método para acabar con la Corona.

Y ambos, el defensor de Lanza y el mariantonieto diputado, se han escandalizado por la decisión de Felipe VI de no participar en la humillación a España que el nuevo Maduro de Colombia quiso perpetrar en su toma de posesión: Gustavo Petro, que así se llama la lumbrera, se llevó al acto institucional la espadita de Bolívar, el tipo que entre otras proezas ordenó quemar vivos a casi 400 españoles en un acto presidido por él mismo.

La crítica al Rey hubiera podido ser, en todo caso, que no sacara allí la Tizona o cualquiera de las espadas legendarias de Hernán Cortés, Pizarro o El Cid y se pusiera a medirlas con el tal Petro; un gesto tan merecido como diplomáticamente inoportuno que supo intercambiar por un desprecio inteligente e incuestionable.

El problema no es que existan Asens, Echeniques o Monederos, sino que en lugar de tenerlos entretenidos pintando soflamas en un retrete de su facultad, les tengamos de ministros

Pues bien, pese a que toda la purria podemita sirve y cobra del Reino de España, las palabras de Asens para referirse al episodio han sido similares a las del argentino Echenique, a quien la certeza de que en su país de origen le hubieran tratado su enfermedad con un pañal y un orinal no le es suficiente para defendernos un poco.

El Rey, ha dicho Jaumito, es «de la derecha y la extrema derecha». Y su actitud cuando Gustavito sacó la espadita para hacerse el indiecito supone una «falta de respeto y de cortesía que compromete diplomáticamente».

Que Jaimito, o Jaumito, cuente chistes, no es sorprendente. Lo sorprendente es que alguien se lo tome en serio y acepte debatir sobre la actitud del Rey, orillando la única discusión seria que reclama el asunto: ¿cómo es posible que nadie le exija a Sánchez que expulse del Gobierno a toda esa chusma que, cobrando y viviendo de España, se posiciona sistemáticamente con cualquiera que insulta a España?

El problema no es que existan Asens, Echeniques o Monederos, sino que en lugar de tenerlos entretenidos pintando soflamas en un retrete de su facultad, un presidente frívolo y con los mismos principios que un blatodeo les haya elevado a la categoría de ministro: que hablen mal de Rey cuando nos insulta un cretino es soportable. Que lo hagan desde el Gobierno por las necesidades de un narciso con ínfulas, cobrando una pasta de todos, es el verdadero escándalo.