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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Bestia libre

Liarni o Lierni, y por mí, como si se llama Liorni o Liurni, ha sido puesta en libertad gracias a los acuerdos del Gobierno de España con Bildu y el PNV. Ya está la bestia libre

Cuando fue detenida se llamaba «Liarni». Ahora es «Lierni». Interesante evolución eusquérica. Fue profesora de vascuence de aquel periodista canalla de procedencia gallega, Pepe Rei, fundador de Ardi Beltza (La Oveja Negra), publicación dedicada a señalar a futuras víctimas de la ETA. Asesinó a Ernest Lluch, al concejal del PP en San Adrián de Besós José Luis Ruiz Casado y al agente de la Guardia Urbana de Barcelona Miguel Gervilla. No contenta con ello asesinó también al concejal del PP en Viladecavalls, Francisco Cano. En su sangrienta agenda no figuraba como objetivo el guardia urbano Miguel Gervilla. Le falló Luis Del Olmo, y al no poder matar al gran inventor de la nueva radio, se cargó al primero que pasó al alcance de su odio, que resultó ser don Miguel. Por los cuatro asesinatos, 161 años de prisión. Ingresó en el penal El Dueso, de Santoña, y en enero de 2022 fue «acercada» y entregada a la responsabilidad del Gobierno vasco, ingresando en la prisión de Martutene, Urumea arriba a pocos kilómetros de San Sebastián. Cuando fue detenida la bestia, su apariencia era la de una joven de sonrisa difícil y buen aspecto.

El Gobierno vasco le ha concedido la semilibertad, y muy pronto, mañana o pasado mañana, podrá pasear su inmundicia por el paseo de La Concha, zamparse unas sardinas asadas en la Panchica y cenar con sus amigos en uno cualquiera de los grandes restaurantes guipuzcoanos. Liarni o Lierni Armendáriz González de Langarica –un segundo apellido bastante ciclista– nació en Beasain, una localidad estéticamente muy mejorable de Guipúzcoa, y de los 161 años de prisión a los que fue condenada, ha pasado enjaulada 21, una ganga. Un teniente –por aquel entonces– de la Guardia Civil que estuvo presente en las primeras horas de su detención me comentó que jamás había visto a una terrorista más fría y segura de sí misma. «Mientras ella permanecía en silencio y sólo hablaba con su mirada de odio, ellos mancharon sus calzoncillos».

Liarni o Lierni, y por mí, como si se llama Liorni o Liurni, ha sido puesta en libertad gracias a los acuerdos del Gobierno de España con Bildu y el PNV. Ya está la bestia libre. Quizá, en estos veinte años largos que ha permanecido en El Dueso, puede haber perdido la fuerza criminal y la estimable belleza física que tenía al ser detenida. No era fea, como la mayor parte de sus compañeras terroristas o adheridas al crimen y al gozo por derramar sangre inocente. Podía haber pasado por una socia del Real Club de Tenis con éxito entre los locales y los veraneantes, con poca conversación, eso sí, que expresiva no es si no tiene una pistola a mano.

Aunque se antoje un comentario o detalle frívolo, Liarni, Lierni, Liorni o Liurni, destrozó su vida por su bestialidad asesina, porque tenía todas las cualidades físicas para haber dado un buen braguetazo con un industrial del acero o un ganadero sevillano asiduo a la Semana Grande de San Sebastián. Pero lo echó todo por la borda permitiendo que su versión asesina triunfara sobre su condición de mujer. Con ella, otros cinco terroristas etarras, Igor Martínez de Osaba, Aitor Herrera, Juan Carlos Subijana, Santiago Aragón y Zigor Orbe, han obtenido el tercer grado en este mes de agosto, gracias a Sánchez y sus ministros podemitas, siempre tan encantadores con los terroristas etarras.

Tendremos seis homenajes de bienvenida. «En España, las leyes se cumplen», ha dicho el hortera.

Pues eso, y nada más.