El «intachable» malversador Pepe Griñán
Ya se prepara el indulto invocando su irreprochable biografía (en la que permitió que se defraudasen 680 millones del dinero de los parados)
Si el PP saliese a defender a Bárcenas destacando que fue «un senador intachable», o a Correa resaltando que fue «un emprendedor que generó mucho empleo», o a Granados reseñando que «trabajó lo indecible por el bienestar de los madrileños», pensaríamos que en Génova han perdido la chaveta, y con razón.
Pues bien, algo así está haciendo el PSOE ante el mayor escándalo de corrupción de nuestra democracia, el caso ERE: el desvío de 680 millones que deberían haberse destinado a los parados andaluces y que fueron empleados en montar un «fondo de reptiles». Se trataba de una red de compra de voluntades con el objeto último de perpetuar a los socialistas en el poder regional. Pese a todo ello, Zapatero y Felipe González se han apresurado ya a apoyar el indulto del bueno de Pepe Griñán, exconsejero de Hacienda andaluz y expresidente de la Junta (y del PSOE), condenado a seis años de cárcel y quince de inhabilitación por un «delito continuo de prevaricación y malversación».
Se está preparando ya el borrador de la petición de indulto que, por supuesto, Mi Persona rubricará encantado. Como argumento para que se perdone al bueno de Pepe se invocan, además de sus 76 años, su «intachable trayectoria vital» y su «humanidad y equidad». La inanidad intelectual del argumento resulta casi risible. Es como si los defensores de Bernie Madoff, que fue encarcelado ya septuagenario y murió en la cárcel, hubiesen pretextado que hizo grandes aportaciones al mundo de las finanzas –de hecho fue uno de los fundadores del índice Nasdaq–, hasta que un día incurrió en el pequeño desliz de montar la mayor pirámide de Ponzi de la historia.
El bueno de Pepe probablemente será muy amigo de sus amigos, un esposo y padre devoto y una grata compañía para charlar de ópera o de cine, materias que domina, o de su Atlético de Madrid, con el que simpatiza. Pero la justicia ha dado por probado que el bueno de Pepe y su amigo y predecesor, el también bondadosísimo Manolo Chaves, «eran plenamente conscientes de la ilegalidad» en el uso de los fondos de los ERE. Además, siendo consejero de Economía, el bueno de Pepe desoyó las alertas de la Intervención y conocía sus informes en contra del chanchullo montado, pero no hizo nada. Tan buenos eran Pepe y Manolo que, según la sentencia, propiciaron «un descontrol absoluto» en el reparto de 680 millones (y es solo la punta del iceberg del multimillonario pufo, porque quedan todavía 40 juicios pendientes).
En junio de 2000, un interventor de la Junta avisó a sus superiores de graves irregularidades en las ayudas a una empresa. ¿Qué hizo entonces el Gobierno autonómico del PSOE? Pues cambió el sistema de reparto para fumarse todos los controles que exige la ley. A través del Instituto de Fomento Andaluz y la Agencia Idea iban regalando pasta aquí y allá, que contribuía a engrasar la maquinaria electoral que hacía posible la perpetua hegemonía del PSOE. «El sistema permitía el enriquecimiento de empresas y de terceros, que en ocasiones ni siquiera tenían relación con esas compañías», han concluido los jueces.
Es decir, una estafa colosal, diseñada por los gobiernos de Pepe y Manolo, alias Los Honestos. Un agujero sin fondo, que hasta dio para sonadas jaranas de farlopa y lumis. No sé por qué, pero Pepe no me acaba de parecer tan bueno como lo consideran Zapatero y González. Montar un tinglado clientelar y robar 680 millones de los parados lo considero un delito serio. Y los jueces resulta que también. Pero se conoce que somos chusma de ultraderecha, porque en el PSOE lo tienen muy claro: Pepe es «intachable». O como dirían en una de aquellas pelis de género del gran Scorsese, simplemente «es uno de los nuestros».