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Perro come perroAntonio R. Naranjo

Los trenes solo arden y se estrellan si conduce el PP

La izquierda ha politizado todos los dramas para sacar beneficio, pero exige que no se politice nada cuando sus chapuzas y errores sí están detrás de las tragedias

El tren de Bejís se dirigió a un incendio pavoroso, con fuerte viento que desde antes de salir de la estación ya señalaba el parte meteorológico, por una evidente cadena de negligencias, errores y chapuzas de los responsables administrativos de evitarlo.

No era nada difícil prevenir el incidente, a diferencia de tantos otros donde las fatalidades se acumulan y hacen imposible la anticipación; pero la culpa, según se empeñan en repetir o sugerir no pocos medios de comunicación, es de los viajeros.

No hace falta imaginar qué dirían esos mismos medios si el tren hubiese partido de Madrid y en Moncloa gobernara el PP: cuando se estrelló un Alvia llegando a Santiago de Compostela, al salirse de una curva tomada por el maquinista a más del doble de la velocidad permitida, esos mismos medios y partidos que hoy miran para otro lado señalaron a Rajoy y vendieron una curiosa teoría.

Dado que la vía en cuestión no contaba con el sistema de frenado telemático, la inexistencia de un antídoto para la temeridad del conductor fue más decisiva que la temeridad en sí misma, aunque en el viaje vergonzoso de reescribir las causas para politizar el dolor se les olvidara el pequeño detalle de que, con ese mismo sistema, ningún otro tren se estrella salvo que esté a los mandos un kamikaze que volaba a 190 por hora en un tramo limitado a 90.

Una cosa es que se puedan y deban mejorar los recursos para compensar el error humano o la salvaje negligencia y otra que las causas del drama no sea el evidente exceso de velocidad, perpetrado pese a los avisos recibidos por el maquinista desde la central y certificado por la evidencia de que nadie más, con los mismos recursos, estampó el tren cruelmente. Pero había que culpar al PP.

La comparación entre episodios no es baladí ni se limita a ambos: de un lado tenemos un tren que se estrelló por culpa de un maquinista, liberado por la presión mediática que prefirió buscar un responsable político y de otro, cuando el responsable político es bastante más evidente (bastaba con haber prohibido la salida del tren viendo el paisaje) pero no es del color necesario para montar el escándalo, se opta por salvarle y llegar a la bajeza de culpar a los viajeros por intentar sobrevivir.

Ya sabemos que los incendios son consecuencia del cambio climático donde gobierna el PSOE y de Ayuso donde lo hace el PP. Con la izquierda todo es así

El perverso razonamiento manipulador de la izquierda política y mediática, que solo pide «no politizar el dolor» cuando sus errores los provocan pero los politiza todos hasta extremos repugnantes aunque sea imposible relacionar a su rival con ellos, no se limita a cuestiones ferroviarias.

Basta recordar cómo se agitó la calle y el Parlamento por el sacrificio de un perro sospechoso de haber contraído el ébola por la irresponsabilidad de su dueña enfermera. Y cómo, por el contrario, los mismos autores intelectuales de esa campañita, que incluyó señalar como apestados a los misioneros que sí contrajeron el virus, se han hartado a esconder o minimizar la muerte de 100.000 ciudadanos por una pandemia gestionada con retraso y torpeza.

Incluso el 11M, el peor atentado terrorista de Europa, fue utilizado en vísperas de unas elecciones para culpar del mismo al presidente saliente, cuya torpeza al insistir en ETA (como lo hizo El País y lo hicimos todos al principio) no da para esconder que, el mismo día de los hechos, el entonces ministro del Interior, Ángel Acebes, ya difundió la hipótesis yihadista.

Seguramente el tren valenciano no merezca un escándalo para el presidente de la Comunidad Valenciana, el de ADIF, el de Renfe o la ministra de Transportes, todos concernidos por la horrorosa gestión del asunto, y sea suficiente con hacer una investigación a fondo que mejore los protocolos en adelante. Pero que lo pidan los mismos tíos que tienen la caradura de señalar a los viajeros y se han aprovechado siempre, sin escrúpulo alguno, del fundamentalismo, del ébola, del Madrid Arena (¡ay Medusa!), del Alvia o del fuego, conviene al menos ser denunciado.

Porque ya sabemos que los incendios son consecuencia del cambio climático donde gobierna el PSOE y de Ayuso donde lo hace el PP, pero quizá con estos ejercicios retrospectivos les dé un poquito más de vergüenza repetirlo en el futuro. No caerá esa breva.