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Unas líneasEduardo de Rivas

Bizcochito Sánchez

Pasó de hacer novillos en el Congreso para defender su plan energético a que le confundieran en Colombia con el presidente de la República de España

Sánchez ha elegido inaugurar el curso político con una gira por América Latina. Irse de viaje es, cuanto menos, una forma irónica de terminar las vacaciones, sobre todo cuando de necesaria tenía poco una visita a Colombia –donde había estado recientemente el Rey– Ecuador y Honduras. No vamos a decir que mantener reuniones al más alto nivel con mandatarios internacionales sea malo, todo lo contrario –ni aunque sea Sánchez quien las tenga–, pero la fecha escogida no es ni acertada ni casual.

Sánchez debía estar ayer en el Congreso de los Diputados, defendiendo el decreto con el que provocó un dolor de cabeza a todos los españoles por tal de que no se hablara de que se iba a Lanzarote a ponerse moreno en la Mareta. Se ocupó de votar por vía telemática y también de pasarles a sus ministros el dress code para el debate. A todos menos a Escrivá. Chaqueta, pero no corbata, que hace calor. El abanico para ellas era opcional, aunque si lo llevaban mejor, por aquello de aparentar que estaban a punto del soponcio.

Mientras, Sánchez dormía a pierna suelta a 8.000 kilómetros de los leones del Congreso. Preocupadísimo por los grados a los que se ponía en España el aire acondicionado, sonreía cuando la presentadora de uno de sus actos se refería a él como el presidente de la república de España. Cumplía por un momento sus fantasías ególatras, aunque Gustavo Petro le devolvió a la realidad, corrigiendo al instante: «Reino de España», recalcó en dos ocasiones. «Lástima», pensaría Sánchez. Otra vez será.

El viaje servía de poco y por eso quedó reducido a una anécdota. O a dos, porque el equipo que gestiona las redes sociales de Petro recibió a Sánchez a ritmo de Rosalía y de Karol G. Pasó de presidente de la república a estrella de la música moderna. A Sánchez seguro que le gustaba más el primer escenario, pero en el segundo tenía banda sonora para el Falcón. «Yo no soy ni voy a ser tu bizcochito. Pero tengo to' lo que tiene delito. Que me pongan en el sol, que me derrito». Como en La Mareta.