Diez tópicos (falsos) de este Gobierno
Nuestra «izquierda progresista» salmodia a diario como si fuesen verdades absolutas una serie de mantras más que discutibles
El mal llamado «progresismo» –que no es tal, pues en realidad postula una regresiva y rencorosa igualación a la baja– tiene algo de religión laica. Mientras el liberalismo admite el intercambio de pareceres, e incluso la duda; la «izquierda progresista» habla como si estuviese en posesión de la verdad absoluta. Por eso nuestros «ministros y ministras», los tertulianos «comprometidos» y los podemitas de todas las sectas salmodian con autoridad una serie de topicazos (más que discutibles) y observan con desprecio a quienes discrepan. Diez ejemplos:
1.-«España necesita una fiscalidad más justa, en la que los ricos paguen más y aporten lo que les corresponde». Falso. España es de hecho un país con un modelo fiscal socialista, donde todo aquel que con su esfuerzo y éxito acaba asomando un poco la cabeza tiene que apoquinar a Hacienda casi la mitad de sus ingresos (impuestos indirectos aparte).
2.-«El patriotismo español es una antigualla de derechas, un resabio del franquismo». A diferencia de la de otros países europeos, nuestra izquierda presenta la singular tara de que abomina del más elemental patriotismo, mientras lisonjea y prefiere como socios a partidos que tienen como meta la destrucción de la nación.
3.-«La situación de la mujer en España es insoportable». Falso. Siempre se puede mejorar, por supuesto, pero España es uno de los mejores países del mundo para ser mujer. Es así, aunque no suene «progresista» reconocerlo.
4.-«Tenemos que celebrar y fomentar los nuevos tipos de familia, más allá de la de siempre de un padre y una madre». La realidad es que los estudios sociológicos prueban que las personas que se han criado en una familia tradicional, con padre y madre casados, logran mejores resultados académicos y económicos y sufren menos problemas mentales que los niños salidos de hogares con un solo cabeza de familia, o de parejas rotas. No sonará muy moderno, pero eso es lo que concluyen los investigadores, como recordaba ayer mismo en The Sunday Times el ensayista Rod Liddle.
5.-«España debe estar y está en la primera línea contra el cambio climático». La verdad es que España, un país de tamaño medio y que mancha poco, porque tiene poca industria, no pinta nada a efectos del cambio climático. China, India, Rusia… siguen contaminando a caño abierto y sin propósito de enmienda, sin queja alguna de nuestros eco-progresistas.
6.-«El dinero público no es de nadie». Esta extraordinaria máxima se atribuye en su primera formulación a la preclara vicepresidenta socialista Carmen Calvo, pero encarna el pensamiento de todos los que hoy gobiernan España. La verdad es que el despilfarro y el descontrol contable acaban carcomiendo los cimientos de los países y ese destrozo lo pagan al final las personas corrientes (véanse los éxitos reiterados de los experimentos de la izquierda latinoamericana).
7.-«El aborto es un derecho de la mujer, que debe decidir sobre su propio cuerpo». Máxima extendidísima, hasta el extremo de que la última en apuntarse a ella ha sido Ayuso. Se omite que hay una segunda vida en el debate, la del nasciturus, al que se le niega su derecho a vivir eliminándolo, cuando es un ser humano viable.
8-«Hay que controlar los beneficios obscenos de las empresas, que deben arrimar el hombro». Esta máxima, de notable burramia económica, figura entre las predilectas de eminencias como Yolanda Díaz. La verdad es que los «beneficios obscenos» les permiten pervivir en el tiempo, extenderse, contratar más trabajadores creando más riqueza y fomentar la innovación. Gran parte del problema del paro endémico en España atiende a que no hay suficientes empresas con «beneficios obscenos», es decir: tan grandes que sean capaces de ofrecer muchos empleos y con buenos sueldos. Peluquería Tere y Parrillada Manolín son entrañables y necesarios, pero sus empleados no van a cobran más ni vivir mejor que los de Inditex o Telefónica.
9.-«La II República fue una democracia perfecta y exitosa, un sueño hecho realidad truncado por el dictador Franco, un criminal que no hizo nada bien». Pues tampoco. Por ley y bajo pena de sanción, el Gobierno ha impuesto una lectura única y obligatoria de la historia, que además de coartar la libertad de expresión de los historiadores omite la escala de grises de la realidad.
10.-«La cultura del esfuerzo en la educación y la promoción a través del mérito son viejos errores de la derecha». En efecto: todos estamos seguros de que aquellos países donde sus alumnos estudien menos y donde sus profesionales ganduleen más serán los que más progresarán.