Y la vuelta del Rey, ¿pa cuándo?
Sánchez y los suyos seguirán insultando a Feijóo, Griñán esperará a que le indulten, los golpistas planificaran otra republiqueta... Y más abajo de los Pirineos, un Rey sin ninguna condena seguirá desterrado como pago de la hipoteca que el presidente ha suscrito con sus socios para llegar a Moncloa
Hoy la luz seguirá subiendo.
La ministra de Transición Ecológica seguirá mintiendo sobre lo fácil y rápido que le sería a Pedro Sánchez construir el gasoducto Midcat.
El presidente del Gobierno mantendrá 22 ministros, un 14 % de gasto público ineficiente, y con riesgo de llevarnos a la ruina, subiendo el techo de gasto hasta los 198.221 millones de euros.
Los sindicatos harán huelgas a la patronal, alentados por una vicepresidenta, pero no al Gobierno porque sin él no son nada.
Yolanda Díaz seguirá en el proceso de escucha a riesgo de escuchar la nada.
María Jesús Montero, chiqui, seguirá mintiendo sobre los impuestos que ha bajado el Gobierno, que es el único en Europa que los ha subido a las puertas de la recesión al tiempo que se «forra» con los impuestos de la luz y la gasolina.
José Antonio Griñán esperará desde su atalaya de socialista corrupto, pero socialista al fin, que sus compañeros le indulten, que es una manera de indultar al PSOE que ganó las elecciones durante tres décadas dopado con dinero destinado a los parados.
Sánchez y los suyos seguirán insultando a Feijóo.
El líder del PP se reunirá con Isabel Díaz Ayuso y se preguntarán ¿Pablo? ¿Qué Pablo?
Inés Arrimadas seguirá pidiendo ideas para refundar Ciudadanos, después de haber fundido todas sus opciones de supervivencia.
Los gurús de Moncloa seguirán diseñando el nuevo Pedro superstar con zapatillas desgastadas de pisar los caminos; todo hace pensar que donde de verdad le llevará el nuevo «gobierno de la gente» es a su casa de Pozuelo de Alarcón.
Los golpistas indultados apurarán sus últimos días en la playa mientras planifican otra republiqueta para calmar a los del aro en la nariz de la Cup.
Los nacionalistas vascos seguirán recordándole al títere de Moncloa que no olvide que el mismo Ajuria Enea que traicionó a Rajoy podría hacerlo si quisiera –que no quiere– con él.
Los municipios vascos seguirán recibiendo a los asesinos de inocentes como si fueran los Rolling Stone ante la complaciente mirada de Grande-Marlaska.
Europa seguirá noqueada al saberse en manos de un sátrapa ruso al que encima financia –comprándole gas– sus delirios ultranacionalistas.
Biden seguirá durmiéndose en las reuniones de la Casa Blanca mientras su colega chino se hace con la Antártida, Latinoamérica y África, sin pegar un solo tiro.
Macron seguirá pidiendo sacrificios a los franceses desde su grandeur en bañador, mientras retira las tropas de Mali, siguiendo el «magisterio» de los americanos en Afganistán.
Ex primeros ministros como David Cameron, del Reino Unido, y Gerhard Shröder, de Alemania, seguirán sin pedir perdón después de haber condenado a sus países.
Jefes de Estado procesados por corrupción como Sarkozy seguirán paseando en barco con Carla Bruni, como si nada hubiera pasado en la admirada democracia francesa.
Y aquí, más abajo de los Pirineos, un Rey sin ninguna condena judicial, artífice de la mejor etapa de nuestra reciente historia, seguirá desterrado, como pago de la hipoteca que el presidente del Gobierno ha suscrito con sus socios para permanecer en La Moncloa. No hay país en el mundo que se pueda permitir que su anterior jefe del Estado, sin mácula penal alguna, por más que su comportamiento personal sea poco ejemplar, pueda volar a Ginebra y no a su casa, y siga dos años después fuera de su país forzado por el Gobierno, convertido en juez y parte de una condena preventiva que se vio forzado a aceptar su hijo. Ayer ya era tarde para su vuelta definitiva a casa. Pero en España la vida sigue igual, como en la canción de Julio Iglesias.
Hoy la luz seguirá subiendo.