Venda su perro antes de que sea tarde
Lo más grave de este despropósito es que, aún en el caso de que alguien pudiera matar a un perro, un gato o el animal que fuese, en España tenemos ahora en vigor una legislación que equipara la vida y el bienestar de los animales domésticos con la de los seres humanos
Quizá no prestamos la suficiente atención a la ingeniería social del Gobierno que nos rige. Pero esta semana se ha hecho una modificación del Código Civil, apartado 7 del artículo 92, disposición final primera del texto de Ley concursal del BOE donde se recoge el párrafo que sigue y que, con su permiso, voy a ir desglosando:
«No procederá la guarda conjunta [de los hijos] cuando cualquiera de los progenitores esté incurso en un proceso penal iniciado por intentar atentar contra la vida, la integridad física, la libertad, la integridad moral o la libertad e indemnidad sexual del otro cónyuge o de los hijos que convivan con ambos. [Huelga decirlo, pero hasta aquí nada que objetar. Cuando uno de los padres agrede al otro, también puede atacar a sus hijos y eso debe ser evitado. Sin confundir lo que es violencia con dar un azote en el trasero a un niño travieso.] Tampoco procederá cuando el juez advierta, de las alegaciones de las partes y las pruebas practicadas, la existencia de indicios fundados de violencia doméstica o de género. [Obviamente estoy contra la violencia de género y doméstica, siempre y cuando la legislación sea bidireccional. La nueva legislación establece una denuncia que casi sólo puede producirse en una dirección: no hay violencia de mujeres contra hombres. Sólo puede haberla en dirección contraria.] Se apreciará también a estos efectos la existencia de malos tratos a animales, o la amenaza de causarlos, como medio para controlar o victimizar a cualquiera de estas personas». Hasta aquí puedo leer. O sea, que si uno tiene un animal doméstico, un perro o un gato, y su consorte, pareja o compañía habitual denuncia que la otra parte manifiesta (tal vez en sueños) que le ha oído decir que va a arrancarle la piel a tiras al minino, la nueva legislación sanchista podemita prevé que le retiren la custodia, no del gato que puede morir al ser despellejado, eso podría tener sentido. Le pueden quitar la custodia de los hijos que esa pareja tenga en común.
Lo más grave de este despropósito es que, aún en el caso de que alguien pudiera matar a un perro, un gato o el animal que fuese, un elefante incluido, en España tenemos ahora en vigor una legislación que equipara la vida y el bienestar de los animales domésticos con la de los seres humanos. Ya estamos a la misma altura. Y a ver cuánto tardan en prohibirnos segar el césped del jardín porque estamos degollando seres vivos –lo que indiscutiblemente son los brotes de hierba–.
Si está usted casado, tiene un animal doméstico e hijos en casa, le aconsejo vender su perro antes de tener una disputa conyugal. Si aquello va mal, puede perder la custodia de sus descendientes por un uso perverso de su animal doméstico por su cónyuge. Aunque no estoy seguro de si las probabilidades son las mismas si usted, querido lector, es hombre o mujer.
No es que no lo supiéramos ya, pero con casos como este, se manifiesta con claridad que a los cazadores nos queda un cuarto de hora. O menos.