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Agua de timónCarmen Martínez Castro

Arrimadas vuelve a Cataluña

Todos sabemos, incluso la propia Inés, que la mejor manera en que hubiera podido apoyar a esos padres y profesores era haberse quedado en Cataluña después de haber ganado aquellas elecciones agónicas de 2017

Inés Arrimadas vuelve hoy a Cataluña; se va a manifestar por las calles de Barcelona, como miles de personas, en defensa del derecho de los niños a recibir al menos el 25 % de sus clases en castellano. Con su presencia en la manifestación, Arrimadas va a apoyar a esos padres admirables que están dando una batalla diaria por los derechos de sus hijos y por el respeto al Estado de Derecho. Todo el apoyo que reciban es poco.

Pero todos sabemos, incluso la propia Inés, que la mejor manera en que hubiera podido apoyar a esos padres y profesores era haberse quedado en Cataluña después de haber ganado aquellas elecciones agónicas de 2017. Tuvo la oportunidad de liderar una entonces poderosa oposición al independentismo gobernante y frenar sus abusos, pero se fue a Madrid.

No sabemos cuál sería hoy la situación de Cataluña si aquel consenso del PP, PSOE y C's en la aplicación del artículo 155 se hubiera mantenido vivo en una estrategia común contra el independentismo, pero sí sabemos cuál es la situación actual: el constitucionalismo en Cataluña está en su peor momento. Arrimadas se vino a Madrid, dejando huérfanos a sus votantes, y Salvador Illa, el líder del PSC, que se nos presentó como la segunda esperanza blanca del constitucionalismo, volvió a Cataluña, pero solo para ejercer de muleta de ERC y dar su aval político a una ley que expulsa el castellano de las aulas y convierte en papel mojado una sentencia del Tribunal Supremo.

Por eso me sorprenden las críticas de Arrimadas y de un sector de ese constitucionalismo al Partido Popular, que al parecer nunca es lo suficientemente bueno, ni lo suficientemente listo, ni lo suficientemente aguerrido en la defensa de la Constitución. El Partido Popular siempre es un flojo: Aznar por entregar la cabeza de Vidal Cuadras, Rajoy por no haber cerrado TV3 y Feijóo porque elogia el catalanismo cordial o porque no se manifiesta hoy en Barcelona.

Esos críticos siempre olvidan que fue el Partido Popular el que lideró en solitario la oposición al Estatuto inconstitucional que alentó Rodríguez Zapatero o que fue el gobierno del Partido Popular el que aplicó el artículo 155 de la Constitución, cesó a un gobierno y cerró un Parlamento por haber declarado la independencia. Incluso esa sentencia del Tribunal Supremo cuyo cumplimiento reclaman quienes hoy se manifiestan en Barcelona, fue posible por un recurso presentado en su día por el ministro Íñigo Méndez de Vigo contra la Generalitat.

La manifestación de hoy merece el apoyo de todos y resulta mezquino y torpe, pretender convertir esta movilización en una especie de concurso de misses o en una prueba de la fortaleza de las convicciones constitucionalistas del PP de Feijóo. Mañana los padres seguirán su batalla algo más reconfortados por el apoyo recibido, pero Arrimadas y Alcaraz estarán de vuelta en Madrid y el constitucionalismo catalán seguirá vagando a la búsqueda de su enésimo mirlo blanco. Quizás algunos reconozcan, al menos en su fuero interno, que les iba mucho mejor cuando en España gobernaban los flojos del Partido Popular.