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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Recentralice primero a Aragonès

Como veo al ministro lanzado en eso de defender las competencias del Estado frente a las autonomías, le voy a ofrecer asuntos mucho más urgentes para reforzar a España frente a los abusos autonómicos

El ministro de Inclusión, Seguridad Social, Migraciones (y Bandazos) descubrió ayer la pólvora. Cuando no logras embridar a un presidente autonómico como el andaluz que intenta que empresarios y ciudadanos retengan un poquito de dinero en su bolsillo para invertir y mover el consumo, y para ello les baja un impuesto confiscatorio como el de Patrimonio, pues llega José Luis Escrivá y quiere retirarle la autonomía fiscal y dejar a Juanma Moreno castigado y sin merienda, como a Ayuso.

No se le ocurre al bueno de don José Luis reclamarle esa competencia a Íñigo Urkullu, que hace y deshace con un cupo-chollo lo que le da la gana, ni siquiera al Gobierno navarro, cuya foralidad le asegura tener la renta más alta de España sin contribuir a la caja común. No, no, esa pulsión de arrojo le ha sobrevenido al ministro contra ¡albricias! una autonomía donde los socialistas se han quedado hechos unos zorros en las pasadas elecciones, entre otras cosas por mantener los impuestos más altos de España y emplear parte de ellos en regar a los amiguetes de los ERE.

Escrivá pasaba por ser un técnico riguroso y buen conocedor de la Administración pública, con cara de saber resolver todas las ecuaciones en la pizarra del cole, al que el PP nombró presidente de la Autoridad Independiente de Responsabilidad Fiscal y Sánchez colocó en el Gobierno. Como ocurría con Nadia Calviño, su presencia pasaba por ser la garantía de que al frente de la nave había una persona solvente y no un demagogo servil. Pero fue sentarse en ese Consejo de Ministros donde el que piensa pierde, y no ha levantado cabeza: sigue sin resolver el gran problema de las pensiones, ha amagado a los del baby boom con no cobrarlas, tiene a los autónomos locos pagándose asesores para que les expliquen el lío de las cotizaciones, no ha movido un solo dedo sobre el otro gran asunto que le compete, la inmigración, y hace pocas horas actuó de ministro de Hacienda amenazando a Andalucía porque ha tomado una decisión que no quiere igualarnos por abajo, como defiende el comunismo, sino crear más riqueza que pueda retornar en beneficio de todos. Desde el Gobierno no le secundaron. Se entiende, porque en la Moncloa a lo que se va es a desgastar al PP, y no se detienen en las ocurrencias de Escrivá.

Pero como veo al ministro lanzado en eso de defender las competencias del Estado frente a las autonomías, le voy a ofrecer asuntos muchos más urgentes para reforzar a España frente a los abusos autonómicos. El primero consistiría en retirar las competencias educativas al Gobierno separatista de Aragonès para que los hijos de los ciudadanos de esa región puedan ejercer su derecho a recibir por lo menos un ridículo 25 % de las clases en el idioma de su nación. Y, de paso, como quiso Rajoy y Sánchez no le dejó en octubre de 2017, recentralizar la televisión catalana, un semillero de odiadores de España, para que el dinero de los catalanes y del resto de españoles no sirva para adoctrinar en la xenofobia. Y de paso, retirarle el control de las prisiones al Gobierno independentista, que lo convirtió en un spa para sus amigos condenados por el golpe de Estado, hasta que Sánchez los indultó.

La segunda sugerencia para Escrivá es aplicar la ley en el País Vasco para que su presidente autonómico deje de poner cara de vaca mirando al tren cuando miles de ciudadanos enfermos de vesania homenajean a los asesinos más sanguinarios de ETA. Y para completar esta recentralización, que el Estado recupere también las cárceles, y dejen de ser estas un balneario para los terroristas antes de ser liberados.

Esas competencias sí deberían ser ejercidas por el Gobierno al que pertenece este sobrevenido centralista. Pero ahí no le veo tan valiente al señor Escrivá, brillante ministro de Bandazos.