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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Pasados algunos días...

Insuperable el ridículo de la mentira de Sánchez cuando anunció en público «que no acudiría a Londres al funeral y entierro de Isabel II si el Rey Juan Carlos confirmaba su asistencia»

Pasados algunos días, bueno es resaltar las palabras del Rey Juan Carlos I: «Todo ha salido perfecto, a pedir de boca». Su presencia, junto a la Reina Sofía en Londres, donde fueron tratados como lo que son, Reyes, y no eméritos ni pamplinas, ha aumentado el índice de transaminasas y triglicéridos en numerosos hígados enfermos.

El rostro de Sánchez, gris,
igual que una piedra pómez.
De la risa me hago pis
pensando en Begoña Gómez,
La Moncloa y El País.

Ruego me sea perdonada la leve ordinariez. Lo demandaba la rima. Pipí no cumple los requisitos de la rima consonante, y una quintilla lo exige. Se le atribuye a Lope.

Por lavar ni negra honrilla,
me propongo demostrar,
que escribir una quintilla
es la cosa más sencilla
que se pueda imaginar.

Don Pío Baroja, que falleció en Madrid con la boina encajada en la cabeza, según me reveló su amigo y confesor el sacerdote y académico de Bellas Artes, don Federico Sopeña, le dijo con el hilo de voz que anuncia la muerte, que lo peor que puede experimentar un hombre en la vida es la envidia y la retención de orina. Su confesión fue altamente barojiana. –Sí, Federico, creo en Dios. ¿Cómo no creer en Dios habiendo nacido en San Sebastián? Pero, salvándote a ti y a dos más, no soporto a los curas–. Y don Federico le administró la extremaunción. En lo que respecta a la retención de orina, lo explica en versos muy bien Bretón de los Herreros, o quizá Espronceda, o posiblemente ninguno de los dos.

Sin estudiar Medicina,
se sabe con evidencia
que la retención de orina
es una fuerte dolencia.
era uno que se quejaba
de esta grave enfermedad,
y su mujer, le exhortaba
a tener conformidad.
Acuérdate, le decía,
lo que el Santo Job pasaba
y cuánto el pobre sufría
.
Y el enfermo respondía:
De acuerdo… pero meaba.

Aunque a muchos les moleste –incluidos en la molestia a tres o cuatro de mis fieles y masoquistas lectores y comentaristas–, el éxito de nuestros viejos Reyes en Londres y el tratamiento que han recibido del nuevo Rey Carlos III ha generado en España numerosos y dolorosos males de orina. Insuperable el ridículo de la mentira de Sánchez cuando anunció en público «que no acudiría a Londres al funeral y entierro de Isabel II si el Rey Juan Carlos confirmaba su asistencia». Pero ¡¡si no le habían invitado!!. Salvando las distancias, como si este humilde servidor de casi todos ustedes, anuncia que no acudirá a la próxima boda de Tamara Falcó si Isabel Preysler confirma su asistencia. No acudiré porque no seré invitado, lo cual no me permite dormir a gusto, pero simultáneamente considero que es un detalle por parte de Tamara Falcó muy de agradecer. Esta pareja siniestra, y me refiero ahora, claro está, a Sánchez y Gómez, no fue invitada a la boda, y en caso contrario, de presentarse habrían sido colocados en las últimas filas de la catedral de Westminster, más o menos, a 110 metros del lugar de honor reservado a los Reyes de España, los actuales y los anteriores, a los que sentaron juntos y con los que Carlos y Camilla tuvieron muy especiales gestos de respeto y cariño. Y todo eso ha generado enervados fuegos cistíticos en nuestros gobernantes, periodistas con acceso al pesebre, y demás gentes de mal vivir.

Como ha dicho el Rey Juan Carlos, «todo ha salido perfecto, a pedir de boca».

El mal de orina se sana con paciencia y resignación.