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Cosas que pasanAlfonso Ussía

La Isa y el Napoleonchu

Que un ministro de Asuntos Exteriores use de su influencia para que sea admitida en los Estados Unidos una delincuente condenada por agredir a policías me parece, como poco, una grosería para nuestros aliados

El Debate lo ha sacado a la luz. El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, motejado en su Ministerio como Napoleonchu o Pelotín, fue el que intermedió y consiguió el visado de entrada a los Estados Unidos a Isa Serra, delincuente condenada por agredir a un miembro de las Fuerzas de Seguridad del Estado. Esa condena habría significado su prohibición de pisar suelo estadounidense de no haber intervenido, ante el embajador de Estados Unidos en España, el ministro de Asuntos Exteriores. El viaje, aquella gamberrada organizada por Irene Montero, la airada defensora de la pedofilia, constituyó uno de los mayores ridículos y desvergüenzas de este Gobierno de gorrones y papanatas. No obstante, Albares, como ministro, no se ha atrevido a reconocer su gestión. En respuesta a un requerimiento parlamentario, el reconocimiento ha sido firmado por un diplomático que, por la longitud de su cargo, tiene que ser importantísimo. Nada más y nada menos que el director general para América del Norte, Europa Oriental, Asia y el Pacífico, don Javier Salido Ortiz, que tiene que estar agotado con semejante cometido y cimera responsabilidad. El pobre hombre no tiene derecho a Falcon ni a Dc-10, como el cuarteto de gorronzuelas neoyorquinas. De tal manera que es justo reconocer un gran mérito al señor Salido –y no hay segunda intención–, que ora en América del Norte, ora en la Europa Oriental, ora en Asia, u ora en el Pacífico, aún tiene tiempo de redactar la respuesta parlamentaria, cuyo intríngulis se comprende en el siguiente párrafo: «El Ministerio de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Colaboración (no se especifica qué tipo de colaboración, con quién ni para qué) elaboró una nota verbal dirigida a la Embajada de los Estados Unidos en la que solicitó la expedición de visado en los pasaportes de la Delegación del Ministerio de Igualdad de la que formaba parte Isabel Serra Sánchez». Para los lectores no avisados del todo, cabe destacar que, para los diplomáticos, las notas verbales son notas escritas, lo que supone una divertida extravagancia.

Por fortuna, la fecha del viaje gorrón en avión oficial fletado a cargo de los contribuyentes tuvo lugar del 28 de junio al primer día de julio de 2022, año en curso. De haberse efectuado el viaje de recreo y turismo en próximas jornadas, el ministro Napoleonchu o Pelotín, tendría que haber intermediado también a favor de su compañera en el Gobierno de España Irene Montero, por cuanto en todos los Estados que conforman los Estados Unidos de América, desde Alaska hasta Hawái, la inducción a la pedofilia y la pederastia están severamente penadas con prolongado domicilio carcelario, lo cual no es causa de sorpresa en una sociedad elementalmente civilizada. Que de ser españoles y vivir en nuestros días Al Capone o Billy el Niño nuestro encantador ministro de Exteriores le habría encomendado al director general Salido sus visados de entrada a la gran nación norteamericana, lo cual es imposible, porque Al Capone falleció en la prisión de Alcatraz –con preciosas panorámicas de San Francisco– en 1947, y Billy, «Billy the Kid», como consecuencia de un abrumador tiroteo en julio de 1881, año capicúa. Me consta que el ministro Napoleonchu o Pelotín, en una fecha o en la otra, no era ni proyecto vital, y lo escribo con la intención de ser justo y equitativo. A propósito de 1881, mi abuelo materno, el dramaturgo –y en trance de ser elevado a los altares por su sacrificio– don Pedro Muñoz-Seca, como buen andaluz era supersticioso, y engañó a sus biógrafos. Nació en el Puerto de Santa María en 1879, y se quitó dos años, no por presunción, sino por superstición. Se decía que el nacer en el año capicúa de cada siglo daba buena suerte. Es decir, que tuvo tanta suerte que no fue asesinado en Paracuellos del Jarama con 57 años, sino con 55, lo cual da a entender la fortuna que tuvo.

Pero bueno, y no quiero parecer desagradable. Que un ministro de Asuntos Exteriores use de su influencia para que sea admitida en los Estados Unidos una delincuente condenada por agredir a policías me parece, como poco, una grosería para nuestros aliados. El Debate lo ha sacado a la luz, y en la luz me resumo.