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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Monoculturidad

Las previsiones para el año que viene son, como poco, multiplicar por tres los muertos, los heridos, los contusionados, y los asaltos a los comercios, y dividir entre dos las detenciones. No me lo pierdo

He reservado una suite en un hotel de lujo de Barcelona con un año de antelación. Mi intención es cumplir la ilusión de mi vida, que no es otra que disfrutar la fiesta de la Mercé. En el hotel me han dicho, encantadores, que de seguir abiertos en septiembre de 2023, me garantizan que la suite será mía, siempre que no se vean obligados a cerrar el establecimiento hotelero por órdenes de la señora alcaldesa, Ada Colau. A la alcaldesa de Barcelona le repatean los hoteles de lujo por motivos, hasta ahora, desconocidos. Se dice, pero puede tratarse de la típica leyenda urbana, que de joven trabajó en un hotel de tronío, y al cabo de los años se presentó a las oposiciones convocadas por el propio hotel para ascender de chacha de segunda a chacha de primera. Se puso nerviosa, hizo mal el examen y no ascendió. Las oposiciones son así, lamentablemente.

No obstante, y para asegurar mi alojamiento en Barcelona en el próximo septiembre, me he puesto en contacto con una asociación de okupas multiculturales, cuyo portavoz me ha asegurado que, de clausurarse el hotel de lujo, me pueden hacer un hueco en el salón de la casa que han ocupado. La Asociación de «okupas Agenda 2030» ha ocupado el piso de un pareja de jubilados en la calle Travesera de Gracia, y la componen doce marroquíes, tres ghaneses, tres somalíes, dos iraquíes y ocho menas de diferentes orígenes. Su fundamento no es otro que alcanzar, desde la multiculturidad –ellos lo pronuncian así–, la monoculturidad , atendiendo estrictamente al manual de instrucciones de «Integración Agenda 2030».

Los propietarios del piso, el matrimonio jubilado Frusás Espelomiú, ya se han resignado y trasladado a vivir a Lérida, donde su conocido, Ignasi Purrós de les Figueres, tiene una hermosa plantación de perales. A pesar de su avanzada edad, los Frusás Espelomiú cuidan de los frutales y recogen los frutos por 27 euros por jornada laborada, y se sienten muy integrados en el procés.

De una manera o de otra, viviré las fiestas de la Mercé en Barcelona el próximo septiembre. Las de este año han sido extraordinarias. Dos muertos, doce heridos de gravedad por arma blanca, 45 contusionados y sólo 60 detenidos. Asimismo, más de un centenar de comercios saqueados y numerosos casos de violaciones físicas. Lo que se dice, una fiesta en todo su esplendor. En el resto de España, y sobre todo en Madrid, los okupas no reciben el tratamiento que Ada Colau les procura. Resulta indignante el desafecto que sienten, por poner un ejemplo, Isabel Díaz Ayuso y otros «Meloni» madrileños hacia la multiculturidad y la integración. Se percibe esa insalvable diferencia multisocial e integradora que distingue a Barcelona de otras ciudades del resto de España, donde todavía tienen valor las propiedades privadas. Y no nos hemos dado cuenta los españoles que no vivimos en Barcelona, que no hay tonos grises en este debate. O se está con la propiedad privada, o se está con la integración y la multiculturidad de la Agenda 2030. Y en ese aspecto, Barcelona nos aventaja con holgura.

Las previsiones para el año que viene son, como poco, multiplicar por tres los muertos, los heridos, los contusionados, y los asaltos a los comercios, y dividir entre dos las detenciones. No me lo pierdo.