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Cosas que pasanAlfonso Ussía

El desayuno

Los Sánchez se han dejado fotografiar y grabar desayunando juntos, lo cual resulta imperdonable

Winston Churchill no era partidario del desayuno matrimonial.

«Cuando estoy en el momento culminante, saboreando los huevos con bacon, mi mujer me pregunta cuánto tiempo llevo sin acudir a los servicios religiosos». Y otra perla: «En los últimos cuarenta años, mi mujer y yo nos hemos propuesto desayunar juntos dos o tres veces, pero fue tan desagradable, que renunciamos». Tampoco desatina Somerset Maugham: «Para comer bien en Inglaterra, hay que desayunar tres veces cada día». El desayuno es, sin duda, la más íntima e importante acción gastronómica del día. El que se hace fotografías o se deja grabar cuando desayuna con su mujer, es, ante todo, un enemigo de la estética. Ética y estética pasean de la mano. El desayunador fotografiado o filmado en momento tan especial, acostumbra a ser un hortera. Como posar lavándose los dientes. En la RAE se equivocan cuando definen el desayuno como «el alimento ligero que se toma por la mañana antes que ningún otro». El desayuno es lo contrario. El alimento fuerte y fundamental para iniciar la jornada de trabajo o de vagancia con el mayor de los optimismos. Desayunar una taza de café con leche, no es desayunar. Es simplemente la acción de ingerir una taza de café con leche. En ese aspecto es en lo único que me considero modélico. Jamás me han hecho una fotografía desayunando y siempre lo hago copiosamente. Huevos fritos con puntillita acompañados de jamón, bacon o salchichas. Un par de croissants, o un suizo. Si hay migas, los huevos con migas, y el café caliente con un chorrillo de leche fría.

Y fruta roja con una cucharada de azúcar esparcida sobre las frambuesas o las fresas, que no fresones. Y leo los periódicos impresos después de leer en mi modesta tableta El Debate. Es decir, que los leo, no los muestro, de pe a pa, no como los que se hacen fotos desayunando con muchos periódicos que no se leen.

Por supuesto, la cucharilla del café, la deposito en el plato junto a la taza, y no la dejo en el interior de la misma, una ordinariez muy habitual en el gremio de los que poseen negocios de saunas, y cuyo motivo ignoro. Y detesto el kiwi.

Los Sánchez se han dejado fotografiar y grabar desayunando juntos, lo cual resulta imperdonable. Tan imperdonable como los cónyuges que hacen manitas en público después de cinco años de casados, acción muy aproximada al ámbito de la pornografía. Los detalles del desayuno de los Sánchez en la Moncloa no son modelos a imitar. Al fondo se aprecia una mesa de despacho. Es decir, que han aprovechado un despacho para posar, cuando el desayuno se disfruta, normalmente, y más en un palacio, en el comedor de desayunos. Los Yussupov invitaban a sus amigos en San Petersburgo a su «Afternoon Tea», un palacete exclusivamente construido para merendar. Sánchez hace que lee, pero no pasa de la primera página. Y ella consulta el FinancialTimes, cuando es sabido su insuperable desconocimiento del inglés. Un bote de mermelada, un salero, y una jarra con un líquido que parece gazpacho. Así se huele a ajo durante todo el día. Y ella, con la cucharilla en la taza, como corresponde a su nivel social. La imagen no puede ser más fingida y contraproducente para el prestigio de España en el extranjero.

Sólo un factor positivo, y muy de agradecer. No desayunan con Bolaños.