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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Dinero

Si algún día lograran independizarse, temblarían de miedo. Como sus cuentas corrientes

Los de Junts no van a abandonar el Gobierno de la Generalidad de Cataluña. Los de Podemos, aunque se sientan puenteados y engañados, tampoco lo harán en el Gobierno de España. No importan los principios, los valores, las deslealtades, las ocurrencias y, menos aún, las ideas. No lo harán ni unos ni otros porque perderán dinero. Las bases y las militancias no influyen. Y no lo hacen porque no se enteran de nada. Sus representantes elegidos no miran hacia ellas. Sólo les importa el dinero, los sueldos, las dietas, las prebendas, los coches, los viajes, y el crecimiento de sus barrigas en las cuentas corrientes. Todavía, cinco años más tarde, hay centenares de miles de catalanes enfadados que siguen creyendo en la independencia. Los dirigentes separatistas saben que el proceso ha muerto, y que los pactos con el Gobierno central sirven para mantener su rutilante nivel de vida. España no es una democracia plena porque los españoles no somos iguales en el elemento básico de una democracia. Las urnas. El voto de un catalán y un vasco, multiplica por cinco su valor respecto a los del resto de los españoles. De valer lo mismo, ERC, Junts, el PNV o Bildu no obtendrían juntos ni diez escaños en el Congreso de los Diputados. La reforma electoral se ha mantenido siempre en el cajón de urgencias agonizantes de los presidentes del Gobierno del PSOE y del PP. Esa diferencia de valor y trato de los votos catalanes y vascos, tiene su origen en el complejo de inferioridad de origen de UCD y en su asombrosa ingenuidad. Pujol, desde el principio de su largo mandato, durante el cual amasó una inconmensurable fortuna y se ha ido de rositas, dominó a la perfección el cinismo institucional. Pujol recibía del Estado lo que se le antojaba, e invertía el dinero de los españoles socavando la unidad de España. Arzalluz se presentaba en la Zarzuela como el defensor a ultranza en las provincias vascongadas del Señor de Vizcaya, es decir, del Rey de España, y retornaba de Madrid a Sabin Etxea, donde informaba de sus progresos para, seguidamente, cruzar la frontera y ordenar a la ETA «más acciones». Lo cuenta el exetarra político militar y parlamentario de Euskadiko Eskerra Juan María Bandrés en sus Memorias. «A más 'acciones', más transferencias». Arzalluz lo tuvo muy claro desde el principio. «Fui a Madrid a pedir un diez por ciento, y antes de pedirlo, me dieron el ciento». Todo es el dinero. Urkullu es igual de pragmático que Ardanza o Josu Jon Imaz. Los tres lendakaris –sin h intercalada– más fervientemente nacionalistas han sido el navarro Garaicoechea, el inefable Ibarreche, y el socialista Patxi López, que alcanzó la presidencia del Gobierno vasco gracias a los votos del PP en el Parlamento de Guernica.

Con el nefasto Patxi y el siniestro Eguiguren, se iniciaron los primeros bailes agarrados de los socialistas con los etarras. In foto veritas.

Sánchez, pensando en su propio beneficio personal, lleva tres años intentando entregar España a los separatistas, sin apercibirse de lo poco que interesa a los separatistas separarse de España. ¿De dónde vendría el dinero si se cumpliera la escisión? En ese aspecto, los vascos han sido más pragmáticos y en la actualidad menos del 20 por ciento apuesta por la independencia. Entretanto, en Cataluña, el porcentaje de lelos es mucho mayor. Lelos despreciados por sus dirigentes, que sólo los usan para llenar las calles de cabreos folclóricos, mientras ellos se forran. Cinco años más tarde, la «república» suena a broma, los lelos siguen creyendo en el imposible y los dirigentes separatistas se enfrentan entre ellos. No por sus diferentes opciones y acciones para alcanzar la independencia. Se enfrentan por el dinero. Lo malo es que ese dinero es de todos los españoles, con ellos, por supuesto, incluidos en el «todos».

Si algún día lograran independizarse, temblarían de miedo. Como sus cuentas corrientes.