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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Pelitos

Faltan muchas por adherirse al heroico corte de puntitas del cabello de nuestras heroínas

El movimiento Pelitos Fuera, surgido de la indignación feminista de nuestras actrices y políticas de izquierdas y de la ultraizquierda en solidaridad con las mujeres iraníes asesinadas por llevar mal puesto el velo, ha descolocado a los ayatolas. Faltan muchas por adherirse al heroico corte de puntitas –he escrito puntitas, que las erratas son muy peligrosas–, del cabello de nuestras heroínas. Por ejemplo, ninguna de las cuatro gorronas del Ministerio del Sexo, Igualdad y Ocurrencias que viajaron a Nueva York se han cortado las puntitas. Ni Yolanda Díaz, ni Begoña Gómez, ni Lillith Verstrynge. Y en el plano de la alta intelectualidad de las izquierdas, ni Pilar Rahola, Rosa Villacastín, Anabel o Teresa Rodríguez. Tiempo al tiempo, porque no es sencillo dar el paso de segar las puntitas de un flequillo en señal de regañito a los ayatolas. La actriz sevillana María León queda disculpada. No se le puede exigir que se corte seis milímetros de su pelo cuando, probablemente, por golpear a una policía municipal de Sevilla se le vaya a caer, en sentido figurado, bellamente metafórico, el pelo sin precisar de tijeritas.

Impresionante la serenidad de Penélope Bardem, de soltera Cruz, segando con las tijeras las puntas de su flequillo. Agustina de Aragón, Manuela Malasaña y Mariana Pineda, a su lado, unas cobardicas. Y lo mismo, el personaje de José María Pemán en «Cuando las Cortes de Cádiz», Lola la Piconera, que aprovechaba la metralla de las bombas napoleónicas para peinarse con más arte y salero.

Con las bombas que tiran
Los fanfarrones,
Se hacen las gaditanas
Tirabuzones.

Esto no puede quedar en un gesto. También Paz Vega, Marta Nieto, Amaya Salamanca, Goya Toledo, Marta Etura, Aitana Sánchez-Gijón, Carmen Maura y hasta Emma Suárez –la mejor actriz española, escrito con plena seriedad–, se han talado algunos pelitos. Y el reto lo han asumido importantes empresarias, antaño ministras de Gobiernos socialistas, como Beatriz Corredor, que fue enchufada en la Red Eléctrica Española con un sueldo de 546.000 euros al año, dietas aparte. No descarto que alguna dirigente del PP, como Cuca Gamarra, siempre atenta a los susurros de Feijóo, se sume al grupo de las podadoras en los próximos días.

Hay que llegar a sumar miles y miles de pelitos rapados de famosas en solidaridad con las mujeres de Irán que desean ser de nuevo, persas y libres. Y la pregunta viene más tarde. ¿Qué hacemos con tantos pelitos? La respuesta, que podría convertirse en un proyecto estrella del Ministerio de Sexo, Igualdad y Ocurrencias, no puede ser otra que la seguidamente expuesta.

Una gran Exposición Permanente de Pelitos Solidarios en la sede ministerial de Irene Montero. Un homenaje póstumo a Luis García Berlanga, Luis Escobar y su genial personaje de «La Escopeta Nacional», el marqués de Leguineche, que coleccionaba sobres con pelitos, si bien los de Leguineche no provenían de flequillos, precisamente.

En el amplio recibidor –entiéndase por «hall»– del fundamental Ministerio, en sobres transparentes y con el nombre de la donante solidaria de pelitos en etiqueta adosada en el ángulo superior izquierdo, todas sus paredes forradas de miles de muestras pilosas de las feministas hispanas. Pelitos rubios, castaños, blancos, morenos, naranjas, rosas, azules, verdes, tornasolados, morados y amarillos pollitos. Además del incalculable valor histórico de la exposición permanente, el mensaje. Que eso gusta mucho. Tener o no tener mensaje. En el caso que nos ocupa, el mensaje sería de impacto internacional. Y los ayatolas iraníes, asustadísimos, pero asesinando a mujeres libres, como ahora, porque para ellos, asesinar a feministas de verdad son pelillos a la mar.